El área de servicio de La Selva, en Girona, de Abertis en la autopista A-7 |
Las autopistas de Abertis volvieron a registrar un aumento del tráfico el año pasado, pero todavía acumulan una pérdida del 34% desde que en 2007 la circulación de vehículos empezara a desplomarse. Esa reducción se trasladó de forma automática a las cajas registradoras de las áreas de servicio. “La caída es equivalente a la del tráfico”, admite Antoni Español, director general de Abertis Autopistas, que hace cuatro años puso en marcha un plan junto a Áreas para remodelar parte de su oferta de áreas de servicio con el objetivo de optimizar e incrementar la facturación en tres de sus vías de peaje: la AP-7, la AP-2 y la AP-68.
Aunque en Francia la distancia entre áreas de servicio se mantiene en torno a los 50 o 60 kilómetros, el Ministerio de Fomento impide cerrar áreas de servicio en las autopistas. Mantiene la premisa que debe haber una cada 30 kilómetros. En esas condiciones, el grupo de infraestructuras ha decidido reformar completamente 17 zonas de las 43 que tiene abiertas. Otras cinco, todas ellas en la AP-7 entre Lleida y Girona, las ha dejado en meras gasolineras (con zonas de tienda) y para dos más tiene el permiso de utilizarlas como área de repostaje de combustible durante todo el año excepto en verano, cuando el tráfico sube y se habilita la zona de restauración.
Tras hacer un estudio para saber dónde convenía realizar las remodelaciones, el grupo se puso manos a la obra en 2011. Áreas, que tiene el contrato para gestionar esas zonas de descanso, inició la implantación en la AP-68, que Avasa gestiona entre Bilbao y Zaragoza; luego amplió la actuación a las otras dos vías de peaje citadas, hasta sumar más de 12 millones en inversiones. “Buscamos cierta especialización de cada área de servicio, dando un servicio determinado por cada tipo de cliente”, explica Óscar Vela, director general de Áreas en España.
A las áreas de servicio creadas para camioneros en 2011 se les añadieron dos nuevas categorías: las de “agitación”, aquellas que cubren a vehículos que hacen trayectos cortos, como los de fin de semana, y otras pensadas para viajeros de largo recorrido. En las primeras, que Vela denomina de “alta agitación”, se ha apostado por crear una oferta más bien urbana, dominada por Burger King y por Il Caffé di Roma. El directivo del grupo de restauración asegura que los niveles de satisfacción han mejorado y se han incrementado las ventas. “Con la apuesta por marcas en algunas zonas hemos aumentado las ventas hasta un 20%”, apostilla.
En las zonas utilizadas para hacer descansos en viajes más prolongados se ha optado por mejorar las instalaciones: se prima que el control del propio vehículo desde donde se está descansando; hay conexión a Internet; se apuesta por la oferta de productos de proximidad en el supermercado y las áreas infantiles quedan potenciadas.
Una de las autopistas que mayor transformación ha sufrido en sus áreas de servicio en los últimos cuatro años ha sido la AP-2, que discurre de Barcelona a Zaragoza. Los cambios llegan precedidos por una caída del tráfico del 37% entre 2002 y 2014. La apertura de la A-2, que conecta también Barcelona y Zaragoza de forma gratuita, y la puesta en servicio del AVE entre Madrid y la capital catalana motivaron esa pérdida de tráfico, que Abertis estima irrecuperable. Más allá de la mejora de las infraestructuras, los concesionarios prevén una reducción del uso de las áreas de servicio por el avance en las características de los vehículos, más cómodos y con una mayor autonomía.
La tendencia en otros países pasa por agrupar los servicios en las autopistas en macroáreas, como las que explota Áreas en la de Florida. Allí, cada zona de descanso dispone de una media de cinco restaurantes, lo que da idea de las dimensiones de cada una de ellas.
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