Clase en una escuela de Barcelona. |
Los niños que estudian en escuelas de zonas de Barcelona con altacontaminación ambiental causada por el tráfico, como el Eixample, Sants, Sant Martí y Sant Andreu, experimentan un retraso en su desarrollo cognitivo, que afecta a la inteligencia práctica necesaria para tomar decisiones inaplazables. Así lo constata una investigación realizada por el Centre de Recerca Epidemiològica Ambiental (CREAL), que entre el 2012 y el 2013 analizó a 2.897 niños de 7 a 10 años que acuden a 39 escuelas de Barcelona y Sant Cugat del Vallés.
«El cerebro de los pequeños investigados se encuentra en pleno crecimiento, con neuronas que se han de mielinizar y entrar en contacto para expandirse por la red nerviosa -indicaron los autores del estudio-. Las partículas tóxicas del ambiente alteran esas funciones».
Un 50% de los niños analizados estudian en centros situados en las zonas de alta contaminación citadas anteriormente, que registran picos de máxima toxicidad ambiental en las horas en que los niños están en clase. El resto, acuden a escuelas ubicadas en los distritos más elevados y mejor aireados, como son Horta-Guinardó, Nou Barris y Sarrià, además de los de Sant Cugat.
La investigación, que ayer publicó la revista científica Plos Medicine, ha confirmado la sospecha de que la contaminación del aire se transforma en un neurotóxico que altera el desarrollo de las regiones cerebrales situadas en la corteza prefrontal, relacionadas con las funciones ejecutivas, como son la memoria de trabajo y la atención. «Las partículas ultrafinas procedentes de motores diésel atraviesan los vasos sanguíneos del cerebro, alcanzan las neuronas y alteran los neurotransmisores -explicó Jordi Sunyer, coordinador del estudio-. Inhalar a diario esas partículas altera la atención sostenida».
Los escolares de zonas muy contaminadas -que, como todos, fueron analizados en cuatro ocasiones- mostraron de media un crecimiento anual del 7% en las funciones esenciales para el aprendizaje, frente al 11% de los pequeños escolarizados en las zonas más ventiladas. La memoria de trabajo, esencial para la resolución inmediata de problemas, creció un 13% anual menos en los alumnos que respiran aire muy contaminado, indicó el investigador. «Estos datos no son perceptibles de forma individual al analizar a un niño -puntualizó Sunyer-, pero sí resultan evidentes al evaluar y comparar dos grupos escolares».
Dada la imposibilidad de trasladar a una zona no contaminada las escuelas situadas en el centro de Barcelona, los investigadores proponen tener en cuenta estas averiguaciones en el momento de construir nuevos centros escolares. De momento, sugieren la necesidad de que las autoridades limiten el tráfico en las inmediaciones de las escuelas.
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