Portugal va camino de cumplir cinco años desde que empezó a cobrar por circular por sus autovías y aún no ha dado con el modelo que le permita recaudar sin echarse encima a medio país y perder una buena parte de las remesas que el turismo español dejaba en su comercio y servicios.
Mientras avanzan en los tribunales lusos las demandas contra el modo de cobro; mientras cíclicamente la oposición lleva a la Asamblea de la República la petición de eliminar los peajes automáticos, y mientras tribunales como el de Braga anula multas por impago de las tasas en las carreteras que eran hasta el 2010 gratuitas, el Gobierno acaba de aplazar hasta después de las elecciones legislativas del próximo otoño la nueva revolución que pensaba aplicar a los peajes de las vías afectadas.
Aunque fue anunciada en el 2013 la implantación de un método más comprensible, el Ejecutivo entiende ahora que con la campaña electoral a la vista sería imposible obtener el consenso en la cámara en una cuestión tan antipática.
La intención de la Administración portuguesa es eliminar los actuales pórticos que salpican sus autovías y pasar a cobrar por cada uno de los kilómetros que se transiten por ellas. La medida, de llevarse a cabo, volverá a obligar a cambiar los aparatos y posibilidades de pago, en especial para los conductores extranjeros, que masivamente siguen pasando por los pórticos de registro automáticos de matrículas sin saber qué hacer o, simplemente, eludiéndolos.
Conductores gallegos ya han recibido en sus domicilios cartas exigiendo el pago de los peajes saltados sin el dispositivo de peaje oportuno, o sin haber vinculado la matrícula a una tarjeta de crédito en los puestos habilitados para ello, denominados Easytoll, como es en el caso de la autovía A-28 en Viana do Castelo en el área de servicio de Neiva; en la A-24, a 3,5 kilómetros de la frontera entre Chaves y Verín; en la A-25 en el área de servicio de Alto de Leomil (Vilar Formoso), y en el Algarve en la A-22, en Vila Real de Santo António.
Lo más cómodo, eso sí, es adentrarse en las autovías lusas con un dispositivo de telepeaje como el que se utiliza en las autopistas gallegas en los carriles de Vía T para no tener que pararse a pagar en las cabinas de cobro. Los mismos que se pueden utilizar en España son compatibles tanto con el sistema de peajes de las autovías portuguesas como con el de sus autopistas. Eso sí, los pasos con telepeaje en Portugal, denominados allí Vía Verde, no cuentan con barrera y bajar en exceso la velocidad es delicado pues puede sufrirse un impacto por alcance.
El dispositivo de Vía Verde de alquiler para visitantes hace el mismo servicio de pago de peajes, como otros dos métodos prepago disponibles en las oficinas de correos del país y en estaciones de servicio.
Pero la diversidad de métodos ha acabado por despistar al conductor foráneo, algo que Portugal pretende evitar con el anunciado futuro sistema de control, que conllevaría la fiscalización de las matrículas. Para ello sería necesario instalar un aparato en el coche que emita la señal de pago.
Pero mientras la Administración lusa se aclara, ya ha recaudado en peajes de sus autovías 859 millones de euros en los tres últimos años, cantidad que los detractores del cobro por circular en las vías antes gratuitas mantienen que es muy inferior a lo que el país ha dejado de ingresar por el efecto disuasorio.
La hostelería del centro del país ha cifrado ya en un 9 % el descenso de turistas que han tenido desde que existen los peajes de las autovías, cifra que los hoteles de las zonas más próximas a la frontera de todo el país aumentan hasta un 30 %.
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