Según publica el ABC.es durante el IX encuentro del Sector de Infraestructuras, OHL defendió poner peajes en las autovías para salvar a las autopistas radiales en quiebra como única medida que podría fomentar el aumento de la escasa utilización de las mismas.
Es posible que esa medida pudiese contribuir a evitar la quiebra de las infrautilizadas autopsitas radiales, pero supondría un coste injustificable para la generalidad de los ciudadanos que circulan a diario por las autovías. Si ha habido una deficiente planificación en la construcción de las autopistas radiales, lo que no parece de recibo es que se haga correr a la ciudadanía con la responsabilidad de una gestión desacertada en las inversiones públicas en infraestructuras. Porque si una vez construidas no se usan es o porque no eran necesarias, o porque no proporcionan ventajas sustanciales a los usuarios, o porque son muy caras.
Pues bien, con el debido respeto para los entendidos me permito sugerir una medida que podría hacer más atractivas esas autovías, a saber: aumentar la velocidad máxima por encima de los límites que afectan a las otras carreteras. Pienso, por ejemplo, en una velocidad máxima de 150 kilómetros, que sería perfectamente asumible por nuestro modernizado parque de automóviles y la propia seguridad de esas autopistas.
De adoptarse esta medida, creo que aumentaría significativamente el número de usuarios de esas infraestructuras por la propia singularidad de la velocidad máxima y, en ese caso, serían ellas mismas con el consiguiente aumento de la recaudación las que soportarían su financiación.
Es verdad que se trataría de una medida excepcional en relación con las demás infraestructuras, pero creo que estaría justificada por la finalidad de salvarlas de la quiebra. Y es verdad también que el propio aumento de la velocidad máxima podría aumentar el riesgo para los usuarios. Pero estamos hablando de una medida que no sería obligatoria, sino solamente potestativa: los que tomaran esas autopistas sabrían que pueden ir a 150 kilómetros por hora, pero que no estarían obligados a ir a esa velocidad.
ABC.es 20/01/2015
Es posible que esa medida pudiese contribuir a evitar la quiebra de las infrautilizadas autopsitas radiales, pero supondría un coste injustificable para la generalidad de los ciudadanos que circulan a diario por las autovías. Si ha habido una deficiente planificación en la construcción de las autopistas radiales, lo que no parece de recibo es que se haga correr a la ciudadanía con la responsabilidad de una gestión desacertada en las inversiones públicas en infraestructuras. Porque si una vez construidas no se usan es o porque no eran necesarias, o porque no proporcionan ventajas sustanciales a los usuarios, o porque son muy caras.
Pues bien, con el debido respeto para los entendidos me permito sugerir una medida que podría hacer más atractivas esas autovías, a saber: aumentar la velocidad máxima por encima de los límites que afectan a las otras carreteras. Pienso, por ejemplo, en una velocidad máxima de 150 kilómetros, que sería perfectamente asumible por nuestro modernizado parque de automóviles y la propia seguridad de esas autopistas.
De adoptarse esta medida, creo que aumentaría significativamente el número de usuarios de esas infraestructuras por la propia singularidad de la velocidad máxima y, en ese caso, serían ellas mismas con el consiguiente aumento de la recaudación las que soportarían su financiación.
Es verdad que se trataría de una medida excepcional en relación con las demás infraestructuras, pero creo que estaría justificada por la finalidad de salvarlas de la quiebra. Y es verdad también que el propio aumento de la velocidad máxima podría aumentar el riesgo para los usuarios. Pero estamos hablando de una medida que no sería obligatoria, sino solamente potestativa: los que tomaran esas autopistas sabrían que pueden ir a 150 kilómetros por hora, pero que no estarían obligados a ir a esa velocidad.
ABC.es 20/01/2015
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