jueves, 13 de marzo de 2014

El derroche de las autopistas radiales


Derroche a manos llenas. Las autopistas radiales en España se han convertido en un saco sin fondo de deudas y normal que la gran mayoría se encuentren en concurso de acreedores. Hace unos días tenía la oportunidad de vivir en situ cuál es el estado verdadero de esas infraestructuras y lo menos que se me ocurre decir es que lo que se encuentra cualquiera es un panorama desolador, kilómetros y kilómetros de asfalto en el que no te encuentras con absolutamente nada ni nadie. Apenas van vehículos y la razón es bien sencilla. No se trata de que haya que pagar una tarifa (que también ‘ayuda’ a decidirse a no cogerla) sino que el supuesto tiempo que ahorras no es tanto como lo que se promete.

El problema es que nuestros políticos se han empeñado en una serie de autopistas que han cedido en forma de concesión a empresas privadas que no tienen la menor idea de sacarles partido o que no supieron ver el pufo que les estaban colando en forma de ‘regalo’ envenenado. Un ejemplo, la radial que se supone se construyó como alternativa para ahorrar algunos minutos en un desplazamiento desde Madrid a Zaragoza o a Barcelona resulta totalmente estéril. Los conductores sigue prefiriendo la antigua A2 porque su trazado es bueno y, lo dicho, sólo se tarda un poco más por la vieja vía que por esta tan nueva, pero que tiene toda la pinta de acabar en el más absoluto abandono o abrirse a todo los vehículos.

Y como ésta, qué decir de la autopista que une Madrid con Toledo. Otro auténtico agujero negro, con la empresa que gestiona esa infraestructura en concurso de acreedores. Lógico, ¿para qué va a pagar alguien por una carretera cuando justo al lado tiene otra igual, que tardas lo mismo? Es evidente que sólo toman esta vía algún despistado y seguramente extranjeros que crean que por el peaje se llega antes.

Lo que no se entiende es que el Gobierno, que ha construido estas autopistas radiales con nuestros impuestos, se deshaga temporalmente de estas infraestructuras para cedérselas a compañías privadas que tienen que recuperar la fuerte inversión dándole un palo a los ciudadanos. Lo único que les ha fallado del sistema es que estos no han picado el anzuelo. Más le valdría al Estado haberse gastado sus buenos euros en arreglar las carreteras ya construidas o meterle prisa a las que aún tiene pendientes, como el tramo Medinaceli-Soria.

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