Acabar con la pobreza en España costaría menos que el rescate a las autopistas. Son palabras de Francisco Lorenzo, responsable del informe de Cáritas sobre la pobreza que se ha presentado esta semana y que arroja datos deprimentes: hay 700.000 hogares españoles que no tienen ningún ingreso, somos el país europeo con más pobreza infantil solo por detrás de Rumania, hay 5 millones de personas en exclusión severa, un 80% más que antes de la crisis. Resolver esta situación costaría unos 2600 millones de euros, según Cáritas, la mitad de lo que va a costar rescatar a las autopistas deficitarias.
La organización católica ha pedido que se tomen medidas urgentes contra una pobreza que están sosteniendo sobre sus hombros los vecinos y familiares de los afectados. Desde que empezó esta debacle la sociedad ha tenido que asumir la tarea básica del Estado que el Estado no atiende: la protección de las personas. El gobierno no se ha dado por aludido. Se ve que van por otra autopista. Se ve que solo son católicos cuando buscan el voto ultracatólico con leyes de educación o contra el aborto pero no cuando se trata de ayudar al inmigrante o al empobrecido. No son influyentes, no cuentan, no valen. Valen menos que una autopista.
El gobierno rescatará a las constructoras de las autopistas deficitarias, como ya hizo con los bancos, en lugar de rescatar a las personas. Volverán a utilizar el argumento de que tenemos que rescatar a los grandes bancos y empresas españoles para que su derrumbe no nos caiga encima. No es argumento válido porque ya nos ha caído encima con la violencia de un alud. Nosotros hemos soportado todo el golpe, ellos ninguno. Los bancos acumulan nuestras deudas y ladrillo. Las empresas del IBEX 35 mantienen o aumentan beneficios. No es difícil adivinar adónde ha ido el nivel de vida que nosotros hemos perdido. Para que ellos no pierdan ni cuando hay pérdidas ha sido necesario que perdamos todos los demás.
De ahí que seamos el país de nuestro entorno en el que más ha aumentado la desigualdad, mucho más que en países rescatados como Grecia o más o menos intervenidos como Italia o Portugal. En eso somos diferentes, Spain is different: aquí los causantes de la crisis la han aprovechado, más que en el resto de países, para hacer negocio. Eso es lo que más indigna. Nos ven tirados en el suelo y en lugar de ayudarnos, rebuscan en nuestros bolsillos para quitarnos el dinero. Es ese “que se jodan” de Andreíta Fabra lo que más jode.
Es esa desfachatez la que resulta intolerable. Es la chulería con la que el jefe de la patronal leonesa, un tal José Ángel Grego, va y dice ayer que son los trabajadores los que tendrían que pagar a la empresa 45 días por año cuando les despide. Nos hemos convertido en un país de empresarios sin vergüenza, de aeropuertos sin aviones, autopistas sin coches, parlamento sin democracia, sociedad sin ciudadanos, mercado sin personas, gobierno sin piedad.
Vamos por dos autopistas paralelas y en direcciones contrarias. Ellos en la autopista hacia el cielo. Nosotros, como ACDC, en la autopista al infierno.
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