El uso de la autopista AP-7 viene descendiendo en toda la Comunidad Valenciana desde el comienzo de la crisis económica, de forma paralela a lo que ocurre con el resto de vías de peaje «históricas» del país; aún así, frente al fracaso de casi todas las de nueva construcción, éstas mantienen un tráfico importante.
Entre Alicante y Valencia, la autopista cerró el año 2013 con un 8% menos de tráfico que el ejercicio anterior, con una media de 16.278 vehículos diarios, según los datos del Ministerio de Fomento. El dato más reciente es el de febrero de este año, que supone un mínimo respiro: 12.119 vehículos diarios, un 3% más que en el mismo mes de 2013. No obstante, esta cifra positiva es hoy por hoy una anécdota en medio de un panorama negativo.
El incremento en el precio de los peajes –un 13%, sólo entre julio de 2012 y enero de 2013– y la apertura de vías alternativas gratuitas han supuesto otro duro golpe a la AP-7. Así, tal y como ha venido publicando este diario, gran parte de los viajes de largo recorrido han pasado a hacerse por la nueva A-7 por Alcoy desde que se finalizó esta autovía a finales de 2011; en la provincia de Castellón también se ha desviado gran parte de la circulación hacia las autovías A-7 y CV-10, que evitan también el uso obligado de la autopista en la zona de La Plana. Sin embargo, en zonas como las Marinas Alta y Baixa no hay prácticamente más opción que utilizar la AP-7 para desplazarse a Valencia o Alicante, sobre todo en época estival, debido a la congestión de la N-332 por su trazado y sus travesías.
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