Foto: Mónica Ferreirós |
Hace tiempo que el Gobierno de Feijoo cayó en la cuenta de que las infraestructuras en concesión no son un buen negocio para las arcas públicas. No lo eran en los años de bonanza, cuando el Consello de Contas encendió las alertas ante la gravosa hipoteca que genera ese sistema. Y desde luego no lo son ahora, cuando esas cargas son más difíciles de asumir y las constructoras tienen dificultades para acceder a la liquidez para sufragar los proyectos.
Este panorama se agravó en los últimos años por la irrupción de un nuevo factor de riesgo: la caída de tráfico en las autovías adjudicadas con ese método. La pérdida de vehículos distorsionó los ingresos de las concesionarias por el peaje encubierto que paga la Xunta, porque las tarifas se fijaron con una previsión circulatoria mucho más alta que la real. Ante ese desequilibrio contable, el Ejecutivo optó en diciembre por subir ese canon con la tesis de evitar una posible quiebra de las empresas que abocaría a un costosísimo rescate. Esa inyección, que este año permitirá a las concesionarias ingresar 7 millones adicionales en peajes encubiertos, coincide con un ligero repunte del tráfico en las autovías.
Se trata de una recuperación todavía tímida, en una coyuntura de repunte del tránsito rodado del que también se benefician las autopistas. De los tres viales en los que la Xunta acordó a finales del 2014 adaptar los contratos concesionales (Barbanza, O Salnés y Celanova), el que cerró el año con mejores resultados de tráfico es el que conecta la AP-9 (en Curro) con Sanxenxo. Por la AG-41 circularon el año pasado una media de 13.027 vehículos al día, 301 más que los contabilizados durante el 2013. La autovía de Barbanza (AG-11) tuvo una intensidad media diaria de 12.201, lo que supone 116 vehículos más que en el año anterior. Y el vial que comunica la autovía de las Rías Baixas con Celanova (AG-31) acabó el 2014 con 3.997 usuarios de media, 181 más que su tráfico diario en el 2013.
El aumento de la circulación, que va de la mano de la mayor actividad económica, también favorece a la cuarta autovía en servicio de las adjudicadas por el régimen concesional, la que enlaza Santiago con Brión. Después de perder 3.928 usuarios en dos años, la AG-56 ganó 750 en el 2014, para situarse con una intensidad de 21.032 que la mantiene como la vía de alta capacidad más transitada de Galicia. En conjunto, por las cuatro autovías en concesión circularon el año pasado 1.348 vehículos más al día que en el 2013, lo que mitiga un recorte de 5.858 desde el 2011.
A pesar de esta mejora, el tráfico de esos viales con peaje en la sombra (el último con este sistema será el de la Costa da Morte) queda muy lejos de las previsiones con las que se estableció en su día la tarifa que paga la Xunta. Para el de O Salnés, por ejemplo, calcularon que rebasarían los 22.000 usuarios en el 2013. Pero apenas alcanza los 13.000.
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