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Jueves 8 de mayo de 1952. El emir de Irak Abdul Illah inaugura junto a Francisco Franco la primera autopista de España: Avenida de América. Un público numerosísimo se agolpa a ambos lados de la carretera, desde primera hora de la mañana, para aplaudir con entusiasmo el paso de la comitiva. «El regente de Irak acoge con sonrisas los entusiásticos vítores del gentío». Con estas palabras narran las crónicas de entonces la apertura de la autopista, antes conocida como la de Barajas, que supuso una gran transformación para la capital.
A mediados del siglo XIX el casco histórico de Madrid se encuentra asfixiado por una cerca fiscal que controla el acceso de mercancías y personas, pero que también encorseta y ahoga cualquier crecimiento urbano. Entonces se plantea como solución la expansión bajo la fórmula del «ensanche». El barrio de Avenida de América sirvió de nexo entre dos barrios muy populares: Posperidad norte y Guindalera sur.
Ya en los años cuarenta del siglo XX, en plena posguerra, las autoridades municipales ponen en marcha planes urbanísticos para mejorar las condiciones de vida de los pueblos del extrarradio. Una de las líneas de actuación pasó por dotar a la capital de nuevos accesos desdoblando las antiguas carreteras radiales. Gracias a estas nuevas autopistas, que arrancan con la de Avenida de América, se crea una imagen de Madrid moderna que hasta entonces se desconocía.
El cruce de Avenida de América con Francisco Silvela, ya en la década de los 70, toma peso como enclave urbano con personalidad propia.Edificios residenciales como el de Torres Blancas–que en realidad son grises porque no hubo dinero para pagar el granito blanco–, oficinas como las de Iberia, Cepsa, IBM o Telefónica se instalan en el a zona.
Un centro de producción de películas, del que no queda más testigo que el viaducto que cruza la A-2 CEA, también se desplegó en la zona anexa a Avenida de América. Sus seis platós fueron inaugurados en 1933 y tuvieron su apogeo en los años 50. En sus instalaciones se construyeron varios laboratorios fotográficos para el montaje de las películas, talleres de decorados, camerinos para los actores y áreas de descanso que tenían incluso piscina.
Sin embargo, la construcción de Avenida de América supuso la desaparición de la «colonia Ambar». En ese momento, 60 familias fueron forzadas por la Junta de Compensación a abandonar la zona. En su lugar construyeron un total de 3.188 viviendas de lujo. Recibieron a cambio una indemnización de 150.000 pesetas y 4.000 pesetas por metro cuadrado de casa, con la posibilidad de trasladarse a viviendas de nueva promoción en Alcalá de Henares. No todos aceptaron; algunos intentaron resistir. Finalmente, los edificios de las grandes corporaciones y los hoteles de lujo se comieron a las pequeñas casas baratas.
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