Protestas por la autopista en Lloret |
La primera autopista de peaje en España fue el tramo Barcelona-Mataró, en el Maresme. Una autopista con casi medio siglo de antigüedad, 46 años para ser exactos, prolongada posteriormente hasta Palafolls y, ahora, objeto de polémica política y ciudadana en su extensión, como carretera de tres vías, hasta Lloret de Mar.
La Generalitat firmó hace unos meses un convenio con Abertis para la construcción de un tramo de prolongación, de 6,5 kilómetros, que cruza por el paraje de El Vilar y Sant Pere del Bosc, un pulmón verde entre Blanes y Lloret de Mar, con una inversión de 71 millones de euros.
Cuando el Conseller de Territorio e Infraestructuras, Santi Vila lo presentó en Lloret de Mar, saltaron todas las alarmas entre ecologistas y algunos partidos políticos, por la falta de comunicación previa –aunque la carretera estaba ya prevista desde tiempos del gobierno del tripartito catalán– y, sobre todo, porque no resuelve el problema crónico de conexión entre las poblaciones vecinas de Blanes y Lloret, unos 100.000 habitantes que se doblan en verano, con frecuentes atascos.
Frente al apoyo general del sector hotelero–Lloret de Mar es la tercera población en número de turistas en Cataluña, después de Barcelona y casi empatada con Salou – se han levantado críticas ciudadanas, convirtiendo esta prolongación de la C-32, en tema de campaña electoral. Y seguirá más allá del 24-M.
El presidente de la Generalitat, Artur Mas, daba apoyo anoche en Lloret de Mar – donde el ex alcalde y ex diputado, de CiU, Xavier Crespo está en vías de ser juzgado por supuestos vínculos con la mafia rusa – al nuevo candidato de CiU, que puede acabar pagando electoralmente los platos rotos de la concesión para Abertis.
Sobre todo porque en el último pleno del ayuntamiento, CiU se quedo prácticamente sólo ante la votación de solicitar una moratoria al proyecto y aceptar un referéndum popular, no vinculante, sobre la futura vía.
La plataforma ciudadana Aturem la C-32 pide claramente el voto sea para aquellos partidos que presentan alternativas a la C-32, cuyo impacto ambiental representaría 66.000 árboles menos, no solucionaría el problema de movilidad Blanes-Lloret y, además, lo presentan como una trampa de Abertis y la Generalitat para prolongar los peajes de la autopista del Maresme, más allá del año 2021.
Justo cuando debería concluir una concesión que, por otra parte, ya se ha prolongado en dos ocasiones a lo largo de, ni más ni menos, 46 años de peajes.
Si Abertis no ha amortizado la inversión del nuevo tramo de la C-32, la Generalitat deberá rescatarla, sin que sea ningún secreto la tradicional formula de prolongar el peaje, medio siglo después de construir la primera autopista de peaje en España, entre Barcelona y Mataró.
Una autopista, que en los años 1980, el entonces ministro socialista de Obras Públicas, Josep Borrell, prometió prolongar como una autovía que acabo en autopista de un supuesto “peaje blando” de nunca acabar.
Por todo ello el tema de la prolongación de la C-32 es asunto de campaña municipal en Lloret de Mar, donde, de alguna forma, Abertis también incidirá en el voto.
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