Teniendo como tenemos una «Ciudad de la Cultura» que en realidad es un símbolo de la ignorancia de cómo gestionar el dinero público y una autopista que solo se convierte en autopista cuando el viajero llega a las cabinas de cobro, estaba escrito que también nos iba a tocar en gracia un tramo de autovía que no es autovía ni es nada. Está en la A-8, a medio camino entre Mondoñedo y Abadín, en una zona venteada y con persistentes bancos de niebla, no desde hace quince días, sino de siempre, aunque en Fomento tomaron nota del problema tras el accidente del 26 de julio. De poco ha servido la nueva señalización: la autovía aparece y desaparece para los automovilistas porque el riesgo permanece, y la alternativa es una carretera vieja plagada de baches. Conviene recordar que el fatídico viaducto costó 192 millones y que, obviamente, alguien fue el responsable de aprobarlo. Oportunamente se lo ha tragado la tierra. O la niebla. Suele pasar cuando en este país toca asumir responsabilidades.
La voz de Galicia.es 12/08/2014
La voz de Galicia.es 12/08/2014
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