Nuevo torpedo directo a la línea de flotación del comercio de los productos onubenses en Europa. La Asamblea Nacional francesa publicó el pasado 23 de junio la enmienda por la que se da luz verde al nuevo peaje en tránsito, un impuesto basado en el principio "pago por uso" que se impondrá a partir del 1 de enero de 2015 a todos los vehículos pesados de más de 3,5 toneladas que atraviesen Francia. Esto es, para empezar, a todos los camiones onubenses que recorren la geografía gala cargados de naranjas, fresas y otros berries con destino a los principales mercados consumidores europeos.
El peaje en tránsito viene a sustituir a la muy impopular ecotasa implantada en 2008. La actual ministra de Ecología y Energía, Ségolène Royal, se vio obligada a suspender el impuesto el pasado 29 de octubre tras las violentas revueltas protagonizas por los bonnets rouges (un movimiento propio de la región de Bretaña), pero aún así, su gabinete no ha parado hasta idear una alternativa más o menos aceptable para sus administrados que permitiese al Gobierno francés recaudar impuestos aplicados a las carreteras públicas con el supuesto objetivo de conservar el medio ambiente.
Et voilà! Así surge el peaje en tránsito para vehículos pesados, una tasa destinada a garantizar la contribución de los usuarios de las rutas con mayor volumen de circulación a la financiación de las infraestructuras del transporte, según explica la propia enmienda.
"Es un concepto que nace porque hace falta recaudar dinero", resume el vocal de Transporte Internacional de la Asociación Onubense de Transporte por Carretera, Esteban Sánchez. "Este es el principio básico y el inventor de todo esto fue Alemania, que hace ya más de una década sacó lamaut, que era básicamente un impuesto por el uso de las infraestructuras con el concepto de que quien las utilice las pague", explica.
Por lo tanto, Francia no está siendo nada original en sus planteamientos aunque sí muy perjudicial para los países periféricos como España y Portugal, cuyos transportistas se ven obligados a atravesar todo el territorio galo para llegar hasta sus principales consumidores: Bélgica, Holanda, Alemania y, cada vez más, los países nórdicos. "Como es fácil de aplicar, poco a poco otros países lo han ido implantando", asegura Sánchez: "Francia lo ha intentado en varias ocasiones con poco éxito porque los transportistas franceses son mucho más beligerantes".
"Posteriormente, Inglaterra -otro de los países hasta donde más productos onubenses se llevan-, lo ha sacado también, pero más liviano, y no ha encontrado prácticamente oposición, y Francia vuelve ahora a la carga con otro concepto, zonas más restringidas donde hay más tránsito", señala.
Efectivamente, el impuesto será aplicado a los itinerarios en los que el tráfico supera los 2.500 vehículos por día, lo que representa unos 3.800 kilómetros de la red de carreteras francesa. Quedan muy lejos, eso sí, de los 15.000 kilómetros de vías que la ley contemplaba en un primer momento y permitirá al Gobierno recaudar más o menos la mitad de lo que conseguía con la ecotasa originaria, unos 550 millones de euros al año. Los camiones pagarán una media de 0,13 céntimos de euro por cada kilómetro recorrido en estas vías.
Pero no queda ahí la cosa. El peaje en tránsito engullirá también "ciertas rutas alternativas departamentales", según reza la enmienda, que "soportan o son susceptibles de soportar" el tráfico proveniente de la red nacional. Esto incluye la carretera de Alsacia, la periférica de París (la circunvalación que evita atravesar la capital francesa) y un tramo de la ruta Centro Europa Atlántico, lo que suma unos 200 kilómetros más.
"Al final esto se va a imponer en todos los países y lo que echamos de menos es que no haya una normativa europea que lo regule", lamenta el representante del transporte internacional onubense.
Efectivamente, además de los ya mencionados, otros países como Portugal establecieron (a finales de 2011 y tras muchos meses de ajustes, polémicas y protestas a uno y otro lado del Guadiana) sistemas de pago por uso en carreteras que en ocasiones han sido construidas con la ayuda fondos europeos, como es el caso de la A-22 que atraviesa el Algarve de este a oeste. El ciudadano europeo, así, paga dos veces . "El concepto de Unión Europea está muy bien, pero se aplica para unas cosas y para otras no", apuntala Esteban Sánchez.
La nueva tasa francesa establece un periodo de prueba para el próximo otoño de 2014 y están exentos de pago ciertos vehículos agrícolas, los camiones cisterna de productos alimentarios exclusivamente utilizados para la colecta de leche y los transportes de material de circo y atracciones.
Obviamente, el transporte de frutas no está en la lista de exenciones. "Al transporte onubense nos coge muy de lleno. Huelva tiene dos campañas productivas básicas, los berries y los cítricos y los frutos de hueso, pero la más importante por volumen es la de berries y eso se hace básicamente por camión", explica Sánchez.
Unos productos extremadamente delicados que necesitan estar en las estanterías de los supermercados europeos en un tiempo récord. "Los tiempos de tránsito que necesitan no admiten otro tipo de transporte, así que, qué duda cabe que es un misil dirigido a la línea de flotación de los berries", sentencia.
Y no sirven para evitar el encarecimiento esquivar las carreteras de pago . "Al final no te la puedes jugar, cada vez se es más exigente con las llegadas, tienes unas ventanas horarias muy estrictas y no te puedes poner a dar vueltas", explica el vocal. "Además, no tiene sentido ahorrar en una tasa y gastártelo después en combustible dando vueltas", zanja.
También delicado es el equilibrio de precios sobre el que se sostiene la comercialización de los productos agroalimentarios onubenses, "porque al final el impuesto -unos 200 euros en total - hay que repercutirlo en el producto", asume Sánchez. "Y con unas campañas como las últimas, en las que el resultado no ha sido el idóneo, esto supone añadir más leña al fuego", denuncia Sánchez.
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