No hay fallo. Con el verano llega la temporada de playa, y con el incremento de desplazamientos a los arenales del sur llegan los atascos a las cabinas del peaje de la AP-9. Los usuarios de la autopista se encuentran atrapados en un bucle que los aboca a padecer en los meses de julio y agosto el mismo calvario. Un contratiempo por el que, además, pagan. Las colas se convierten así en un peaje añadido a la tarifa que la concesionaria no perdona. Estas son algunas de las decisiones que confluyen en el esperpento de una de las vías de pago que aplica menos bonificaciones a sus clientes.
La referencia a «situaciones excepcionales» es tan habitual como poco rigurosa a la hora de tratar de explicar la formación de colas ante las cabinas de la autopista. En realidad, se trata de situaciones perfectamente previsibles en las que siempre participan los mismos elementos: playa y fin de semana o día festivo (como en el caso de las retenciones de ayer). Se puede anticipar incluso la hora de los picos de demanda que esos factores generan: entre las 19 y las 22 horas. La causa de que miles de personas revivan cada verano su particular día de la marmota en las áreas de peaje de la AP-9 no es la imposibilidad de predecir esas aglomeraciones, sino la falta de decisión para poner los medios necesarios que las eviten.
La solución para evitar las retenciones pasa por reforzar los puntos de cobro con más medios humanos y materiales en las puntas de demanda. Esta es la principal queja los usuarios: la escasez de cabinas abiertas atendidas por cobradores. Si cuando aumenta el tráfico se mantiene el mismo embudo, la circulación fluida es imposible. La Xunta lleva tiempo insistiendo sobre este punto. Por supuesto, sin ningún resultado.
Este sainete estival reserva a los gestores políticos un papel activo, pero irrelevante. Atadas de pies y manos por un contrato concesional en el que dejaron todo el control de la gestión a Audasa, las Administraciones se dedican a dar golpes al aire. Por eso anima Feijoo a que sean los usuarios los que denuncien a la concesionaria. Así están las cosas.
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