La decisión de la Xunta de rebajar las tarifas de las dos autopistas de competencia autonómica, las de Carballo y Baiona, marca el camino que debe seguir por Fomento en la AP-9. La subida está descartada, porque un IPC negativo no la justificaría. Pero la caída de los precios de bienes y servicios debe traducirse en un respiro para los sufridos usuarios de la primera vía de pago de Galicia, que durante los años más duros de la crisis, entre el 2008 y el 2014, soportaron un encarecimiento de las tarifas del 26,5 %. El contexto preelectoral también resultará propicio. Como ya sucedió este año, cuando la congelación del peaje coincidió con la doble convocatoria de las municipales y las generales, la celebración en el otoño próximo de los comicios autonómicos puede ser un factor que estimule una rebaja que, en cualquier caso, difícilmente llegará en la AP-9 a los porcentajes acordados por el Ejecutivo de Feijoo para la AG-55 y la AG-57.
La autopista que vertebra el eje atlántico está registrando este año sus mejores resultados de tráfico desde el 2011. Esto le ha permitido recaudar en el primer semestre del año 3,2 millones más en las cabinas que en el mismo período del 2014. Pero todavía está lejos de las cifras del 2008. Aunque en algunos meses ha ganado hasta un 7,6 % de clientes respecto al año pasado, por su trazado todavía circulan entre 4.000 y 5.000 vehículos menos al día que antes de la crisis. El dato ilustra la dimensión de una pérdida de usuarios que alcanzó sus mayores cotas entre el 2012 y el 2013. Ese retroceso tuvo lugar en un contexto de fuerte escalada de las tarifas. En el 2012, el peaje de la AP-9 se encareció en casi un 14 %. Esa escalada fue el resultado de una tormenta perfecta en la que la actualización de precios del ejercicio (3,29 %) se agravó con el impacto del incremento del IVA (3 %) y con la decisión de Fomento de poner punto final al pago de parte de las tarifas que sufragaba desde el 2000 (7,5 %). El repunte acumulado desde el estallido de la crisis se traduce en que por el trayecto entre A Coruña y Vigo hay que abonar en cabina un 28 % más.
Los usuarios de las cuatro autopistas gallegas salen penalizados, además, por una política comercial que excluye de rebajas por tramos horarios o por días de tránsito, que sí aplican casi todas las vías de pago del resto del país. Es el doble peaje de Galicia.
Pero la AP-9, que todavía tardará 33 años en ser gratuita, también tiene garantizada una subida adicional. Al margen del comportamiento del IPC, Audasa cobrará las obras de ampliación de Rande y el tramo que circunvala Santiago con un incremento del peaje del 1 % durante 20 años.
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