El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, inaugura un tramo de autovía junto a los titulares de Fomento, Ana Pastor; y Hacienda, Cristóbal Montoro |
El desarrollo de las infraestructuras en España durante la última década ha sido notable, hasta el punto de que el país ha sido capaz no sólo de igualar los equipamientos de países de su entorno que parecían inalcanzables no hace mucho tiempo sino además de superarlos ampliamente. Sin embargo, el esfuerzo se ha focalizado demasiado en determinados ámbitos, especialmente el del transporte y las comunicaciones terrestres, hasta el punto de que las cifras muestran a las claras que a los diferentes gobiernos se les ha ido la mano a la hora de trazar autopistas, autovías y líneas férreas de alta velocidad, de diseñar puertos y aeropuertos.
Un exhaustivo informe elaborado por la consultora AT Kearney por encargo de Seopan, la patronal de las grandes constructoras, pone de manifiesto datos tan concluyentes como, a veces, hasta esperpénticos. Sin duda, el tren de alta velocidad ha sido el gran protagonista del desarrollo de las infraestructuras en los últimos años. Tanto ha sido así que, a día de hoy, España tiene más kilómetros de AVE (unos 2.500) que la suma de Italia, Reino Unido y Francia.
La comparativa en términos relativos resulta aún más apabullante. Así,España triplica tanto a Alemania como a Italia en kilómetros de AVE por superficie y número de habitantes; con esos mismos parámetros, multiplica por cinco a Reino Unido y hasta por 15 a Francia.
En el apartado de carreteras de alta capacidad (autopistas y autovías), los datos sorprenden aún más. En términos absolutos, España multiplica por cuatro a Alemania en número de kilómetros (14.500 frente a los 3.700 del país germano) y también supera ampliamente a Francia (12.800), Reino Unido (11.400) e Italia (6.700). Por superficie y número de habitantes, en España duplica al Reino Unido y triplica a Alemania.
Paradójicamente, esta fotografía de las infraestructuras más caras no se repite con las vías convencionales, especialmente en lo que se refiere al tren. Así, el trazado de ferrocarril convencional en España es tan sólo un tercio del alemán por superficie y número de habitantes, la mitad de los de Reino Unido e Italia y también inferior al de Francia.
La conclusión de que los diferentes gobiernos españoles se han pasado de frenada la hora de invertir en este tipo de infraestructuras se refrenda cuando la comparativa se lleva hacia otros ámbitos. Por ejemplo, el sanitario. España, que superaba ampliamente a Alemania en kilómetros de autopistas y de AVE, se queda muy atrás en camas de hospital. Según datos de Eurostat recogidos en el citado informe de AT Kearney, en España hay 3,1 camas por cada 1.000 habitantes; en Alemania, 8,2. Y en Francia, 6,4.
El panorama no es mucho más alentador para las infraestructuras relacionadas con la educación. En los últimos cinco ejercicios, España ha invertido 15 euros de media anual por habitante en este ámbito, tres veces menos que Francia y casi la mitad que Alemania.
A todo esto cabe añadir otro factor que refuerza la idea de una sobreinversión en infraestructuras de transporte. La llegada de la crisis ha provocado fuertes recortes en el capítulo del mantenimiento de carreteras y líneas férreas cuya longitud, sin embargo, no ha dejado de aumentar. Por ejemplo, la red de carreteras del Estado ha crecido cerca de un 9% desde 2009. En este mismo periodo, la inversión en su mantenimiento ha caído un 25%. La fotografía de los ferrocarriles es muy parecida: a un incremento del 12% en la red se corresponde un descenso del 21% en el mantenimiento.
Es decir, que durante los años de la crisis España ha seguido construyendo autopistas y AVE cuando cada vez había menos dinero para mantenerlas. Esta circunstancia ha dado como resultado que actualmente se dedica poco más del 0,5% del valor patrimonial de las infraestructuras a su mantenimiento, cuando el Banco Mundial recomienda destinar entre el 1,5% y el 2,5%.
La conclusión es clara: España ha invertido mucho en las infraestructuras más caras, hasta el punto de que no es capaz de mantenerlas adecuadamente (además de que, en la mayoría de los casos, tampoco las rentabiliza). Y, por el contrario, sigue registrando déficits en sectores tan importantes como la sanidad y la educación.
En la práctica, se cierran tramos de AVE por falta de demanda pero faltan camas de hospital y plazas escolares.
El informe encargado por Seopan concluye que en los próximos diez años el foco de la inversión debe variar radicalmente hacia sectores como el ciclo del agua, la energía, la sanidad, la educación y el urbanismo. Pero eso sí, la inversión mínima anual debería situarse en 38.000 millones de euros, una cifra inalcanzable a día de hoy. Será difícil registrar de nuevo los números de los años del ‘boom’, cuando tanto (y no bien en la mayoría de los casos) se invirtió en España.
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