Tráfico en la A-66 a su paso por Extremadura. :: hoy |
Meike Schvellenbach es alemana y vive en Extremadura trabajando como traductora y guía. El pasado domingo contaba en estas páginas que, cuando viajaba con alemanes por la A-66, le preguntaban que dónde estaban los coches. Nuestra Autovía de la Plata no empezó con mucho tráfico. Recuerdo un incidente en el Teatro Romano de Mérida, cuando unos turistas catalanes comentaron en voz alta que era una vergüenza que se invirtiera en una autovía sin tráfico y los espectadores extremeños que los rodeaban por poco los echan del teatro.
Estos comentarios han dejado de tener sentido a medida que la autovía A-66 se ha ido dando a conocer y ha impuesto sus ventajas como mejor camino hacia el suroeste. Empezó siendo una carretera que unía a asturianos, castellanos, extremeños y andaluces. Pronto descubrieron los cántabros y los vascos que viajar hasta Sevilla por Madrid y Despeñaperros no tenía sentido pudiendo ir por Mérida. Los siguientes en sumarse fueron los magrebíes en sus viajes desde Bélgica, Holanda y el oeste de Francia hacia Algeciras. También muchos madrileños se apuntaron a la alternativa extremeña para llegar a Huelva, Cádiz y Sevilla como opción más cómoda, segura y despejada.
Los últimos en sumarse a las ventajas de la Autovía de la Plata han sido los gallegos. Dos semanas antes de las elecciones municipales y autonómicas, se abría al tráfico el último tramo de la A-66 que faltaba por inaugurar. Desde mediados de mayo, ya se puede circular entre Benavente y Zamora por cuatro carriles. Hasta esa fecha, había que viajar por un tramo muy pesado de la antigua Nacional 630. Comenzaba a la salida de Zamora y continuaba hasta empatar en Benavente con la autovía de Madrid a Galicia para luego, de nuevo por autovía, seguir hacia León y Asturias. Esos 49 kilómetros zamoranos recién abiertos evitan el paso por siete pueblos por los que había que circular a 50 kilómetros por hora y con muchos camiones. Según el Ministerio de Fomento, el nuevo tramo de autovía permite ahorrar 15 minutos en el viaje entre Extremadura y Oviedo, Gijón, León, Ponferrada, Lugo o A Coruña. En realidad, pueden ser 20 minutos o más, pues los camiones no cuentan a la hora de calcular. Se trata, en fin, de un tramo de autovía de última generación y 'peaje en la sombra'. Es decir, el conductor no paga peaje, lo apoquinamos los contribuyentes con nuestros impuestos, de tal modo que el Estado pagará, durante los próximos 30 años, a las empresas que han construido la autovía casi mil millones de euros por la obra y su mantenimiento.
Este nuevo tramo tiene una importancia casi más psicológica que efectiva. Se había convertido en un suplicio que apartaba de la Vía de la Plata a quienes tenían otra opción. Por ejemplo, a los gallegos, que optaban por las autopistas portuguesas en sus viajes hacia Cádiz, Huelva, Sevilla (salían por Badajoz) o el Algarve. Ahora, todo ha cambiado.
Un reportaje publicado esta semana en La Voz de Galicia compara el viaje, desde A Coruña hasta Sevilla, por la ruta tradicional portuguesa y por la nueva opción de la acabada Autovía de la Plata. El resultado es claramente favorable a la carretera que discurre por Extremadura. El viaje portugués supone 998 kilómetros, 74.15 euros de peaje y ocho horas y media. El viaje extremeño supone 903 kilómetros, cero euros de peaje y siete horas y media.
A favor de la A-66 juega que no hay que cruzar grandes aglomeraciones urbanas (por Portugal hay que pasar Oporto con sus atascos y sus curvas), que es muy segura y está bien diseñada. Otros aspectos a reseñar en la Autovía de la Plata son sus tres radares fijos (Cañaveral, Villafranca y entrada a Sevilla) por ninguno en Portugal, y, sobre todo, su falta de áreas de servicio regularmente distribuidas (por Portugal hay una cada 60 kilómetros). Pero el balance final es tan positivo que los gallegos prefieren esta A-66, que supera ya la intensidad media de tráfico de 8.000 vehículos día.
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