Camiones circulando por la autopista AP-1. / Avelino Gómez |
La medida va a ser optativa, pero Fomento confía en que la rentabilidad económica, una vez que las empresas de transporte hagan sus propias cuentas, anime a un buen número de los camiones que a diario transitan por la N-1 entre Burgos y Miranda, a desviarse por la AP-1, aunque ello, a priori, suponga hacer frente al desembolso económico del peaje.
Los números puestos sobre la mesa por responsables del Gobierno arrojan un resultado de gasto favorable al uso de la autopista, al aplicarse un descuento del 50% en el coste de la misma (se queda en 5,96 euros), tal y como se avanzó a final de año. Elegir esa vía supone un ahorro. Algo que tendrán la oportunidad de comprobar quienes a partir del 1 de julio opten por circular por la vía con dos carriles en cada sentido. El potencial es de «unos 3.100 camiones», según apuntó el senador popular, Jaime Mateu, miembro de la comisión en la que se ha debatido la medida.
El expediente de evaluaciones económicas elaborado por Fomento concluye que en el caso de las vías que atraviesan la provincia de Burgos, un vehículo pesado «ahorra 9,46 euros» si circula por la AP-1 (53,09) en lugar de hacerlo por la nacional (62,55). Son varios los factores que intervienen y a los que aludió Mateu. Uno que de Rubena a Armiñón por la autopista hay 75,41 kilómetros y por la N-1 son 79, 73. La diferencia es de 4,32. A esto se añade que hacer el recorrido por la vía de peaje supone un desembolso en carburante de 31,94 euros y por la convencional, 43,90. El tiempo también cuenta. En la calzada de dos carriles por sentido se tarda en cubrir la distancia 44 minutos, frente a 54 en la nacional. También el coste de personal disminuye, de 15,20 euros a 18,66.
A pesar de los número, la medida de desvío es solo una prueba piloto que se prolongará hasta el 30 de noviembre. Será entonces cuando se evalúen los resultados y se decida sí continuar con la propuesta tal y como está o realizar alguna modificación. Aunque si fuera necesario introducir algún cambio «corrector» antes, no habría ninguna traba, ya que la intención de Fomento pasa por mantener reuniones periódicas con responsables del sector del transporte para, de manera conjunta, ir solventando dificultades que se pudieran producir.
Durante este tiempo, el plan de peajes blandos se va a implantar en 6 de las 16 autopistas que, a lo largo de toda la geografía española, discurren paralelas a una vía convencional, con mucho tráfico pesado y problemas por accidentes. Además de la que pasa por Miranda, en Castilla y León, la idea también incluye la AP-66, de León a Campomanes, ya en Asturias. De momento, la medida cuenta con una dotación presupuestaria de 6 millones de euros reservados en los Presupuestos Generales del Estado de 2015.
A priori, Fomento confía en que la apuesta dé buenos resultados porque ya hay una experiencia anterior que ha funcionado y que se ha realizado en la Nacional 2, entre Maçanet de la Selva y la Junquera, en Cataluña. Allí, apuntó Mateu, «se han sacado miles de camiones de la carretera y se ha mejorado la seguridad vial».
Por eso, en un principio el planteamiento pasaba porque el desvío tuviera carácter obligatorio para todos los vehículos pesados; pero la fórmula no convenció a los transportistas y tras las reuniones mantenidas a dos bandas (con los sindicatos de las confederaciones del sector), se ha optado por establecer la medida como voluntaria y temporal, porque no hay que olvidar que «se está invirtiendo dinero público, de todos. Habrá que ver si los transportistas lo utilizan», zanjó.
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