Un agente intentando organizar el tráfico la mañana del lunes. / JAIME VILLANUEVA |
Lo primero que se necesita para que haya un atasco es una cantidad ingente de vehículos. Los coches son el ingrediente principal de cualquier congestión urbana, pero la gestión de las vías favorece que esta sea mayor o menor. En Madrid se realizan cada día en torno a 8,1 millones de desplazamientos, según el Plan de Movilidad Urbana Sostenible del Ayuntamiento; unos 2,3 millones en coche. El 42% de estos viajes tiene como origen y/o destino la almendra central. Viajes desde las afueras, por vías anchas, de varios carriles, hacia el centro (con calles más estrechas).
Es en ese momento (en el nudo de Manoteras, por ejemplo), donde se producen los embudos. "En la zona norte de la ciudad se han realizado varias ampliaciones urbanísticas [Montecarmelo, Valdebebas, Sanchinarro…]. En esos desarrollos, llegaron primero las personas y más tarde el transporte público", explica Samir Awad, ingeniero de Caminos especializado en transporte, colaborador de Ecomovilidad.net y que estuvo trabajando en Transyt. "Si pones viarios muy anchos y no hay una buena red de transporte público, la gente se empieza a mover en coche. Y una vez han cogido la costumbre es muy difícil cambiarla", añade.
Pero una vez creado el problema, solucionar el atasco no es fácil. "Construir nuevas vías o carreteras genera la sensación de que el atasco va a desaparecer por lo que más vehículos aparecerán para llenar el hueco", resume Awad la teoría del agujero negro de los atascos.
La ocupación media de los coches en Madrid es de 1,1 personas por vehículo, de manera que cada pasajero ocupa más de 15 metros cuadrados de carretera. Además, octubre es un mes complicado para la movilidad: la gente vuelve a la rutina, empieza el frío y aparecen las lluvias. Todo ello aumenta el uso del coche y acrecienta el problema. En el primer gran atasco del mes de octubre, los expertos hablaban de un aumento de un 10% del volumen de vehículos accediendo a la capital.
"En los últimos diez años no ha cambiado ni la gestión del tráfico ni nada. Lo que ha empeorado es la dispersión de la gente", cuenta el ingeniero. La solución, según varios expertos consultados por EL PAÍS, pasa por la construcción de carriles bus-vao (exclusivos para autobuses o vehículos de alta ocupación, con más de dos personas dentro); la construcción de aparcamientos disuasorios a las afueras, antes de llegar a las zonas conflictivas para combinar coche con transporte público o un peaje pantalla (congestion charge similar al que se aplica para acceder al centro de Londres) que obligue a pagar para acceder a la ciudad.
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