«La época de las carreteras gratuitas se ha acabado». Así de rotundo se expresa Carlos Griell, ingeniero catalán experto en el desarrollo de sistemas de peaje. Griell ha formado parte del plantel de especialistas contratado por la Diputación para elaborar el plan Arkupe. El especialista afirma que los nuevos peajes previstos por la institución foral no suponen un reto tecnológico, sino social. «Los peajes no son populares, debemos demostrar a los ciudadanos de que si pagan, servirá para algo», afirma el experto catalán.
- Usted explicó en las Juntas el sistema Arkupe, como vio, la oposición planteó muchas dudas sobre su viabilidad.
- Eran dudas razonables. La principal, cómo detectar al conductor que no paga. El sistema lo detecta y existen mecanismos legales que permiten que el infractor sea disuadido de repetir. En todos los países donde se implantan estos sistemas se modifican las leyes de tránsito, de forma que si se usa una carretera sin disponer del Viat o del método de cobro acordado, es sancionable igual que saltarse un Stop.
- Vamos a ver. Un alemán que va de veraneo a Marbella pasa por la N-1 en Gipuzkoa y no paga. El sistema le detecta y le envía la multa a su domicilio en Colonia. ¿Cómo se le obliga a que pague?
- Este señor, si no vuelve a pasar por aquí, probablemente no pagará. Pero esta situación será así hasta el momento en que se pongan de acuerdo las policías europeas y las infracciones de tránsito sean perseguibles internacionalmente. Esto está al caer. En el caso de los camiones, es difícil que haya fraude, tienen que pasar una y otra vez por Irun, así que les conviene estar al día.
- Este sistema va a ser pionero en España. ¿No sería mejor hacer los experimentos con gaseosa?
- Sí, pionero en el Estado, pero no en el mundo. El sistema está inventado. Lo que no está inventado es la incidencia social del mismo. Tecnológicamente, no hay problema para instalar los pórticos que se quiera y que funcionen. Sí es verdad que también hay que hacer un trabajo social para convencer a la gente de que estos planes mejorarán su calidad de vida. Si queremos mejores infraestructuras, implican más gasto. Con este sistema, participan en ese gasto todos los conductores, no solo los guipuzcoanos.
- ¿Por qué es mejor el sistema de arcos que el de barreras fijas en Gipuzkoa?
- Las barreras físicas no caben. Por un carril de autopista pasan 2.500 vehículos por hora, cuando hay tráfico denso. En una vía de peaje se cobra a 200 vehículos cada hora. Por tanto, hacen falta doce cabinas por carril, como tiene dos carriles, 24 cabinas. Cada una ocupa seis metros, por tanto, 120 metros en cada dirección. El impacto sobre el valle es brutal: hay que hacer desmontes, cambiar el curso del río... El coste también es alto, genera contaminación, retenciones y estas áreas de pago son escenario de accidentes.
- Pero paga todo el mundo...
- Sí, eso es verdad. No son un coladero. Ahora bien, paga todo el mundo, hasta que surge un movimiento como el de Cataluña para no pagar.
- El 'no' a los peajes también afecta al sistema de pórticos, como se está viendo en Gipuzkoa.
- Sí, puede haber contestación social.
- ¿Conoce precedentes de instalación de peajes en viales hasta ese momento gratuitos, extendiéndolos a toda la red de alta capacidad?
- Creo que este es el caso de Portugal, pero no estoy muy seguro. En Chile sí pusieron peajes convencionales en carreteras que eran gratuitas y hubo protestas. La gente se queja si ve malversación, si ve que la carretera sigue igual de mal cuando paga que cuando no. Por el contrario, si se anuncia que con lo que se recaude se realizarán mejoras, se van a eliminar puntos negros, se cambiará el asfalto por otro antideslizante, los ciudadanos son receptivos. El que paga tiene que ver que paga por algo. No puede ser que todo siga igual antes que después de poner los peajes.
- De todas formas, es una decisión muy poco popular...
- Un sistema de este tipo no tiene por qué hacer que el gobernante pierda votos, al contrario, si se hace bien, el ciudadano reconocerá las ventajas y premiará al que ha tomado la decisión. La solución técnica es lo de menos. El reto es social. Tenemos que hacer comprender a los ciudadanos que no hay carreteras gratuitas, se pagan vía peajes o vía impuestos.
- ¿Se está acabando la época de las carreteras gratuitas?
- De hecho, aunque todavía no lo sepamos, ya está acabada. En el Estado tenemos un problema serio con la Administración, que se lanzó a construir carreteras mediante peajes en sombra (los paga la institución pública, no el conductor). Este sistema permitió construir muchas infraestructuras y mejorar las comunicaciones. En los peajes en sombra, la Administración abona alrededor de un millón de euros al mes. Antes podía hacerlo, ahora no. Así que van a empezar a recaudar.
- Convénzales a los guipuzcoanos de que es necesario pagar peajes en toda la red de alta capacidad
- Me van a mirar mal... Instalar peajes a cambio de nada no tiene sentido. El dinero que se recauda debe servir para mantener al día la red viaria y, si los ciudadanos comprueban que es así, acaban comprendiendo la necesidad de abonar por su uso. La alternativa es padecer el deterioro de las carreteras, como ha ocurrido estos años atrás, con un parchecito aquí y otro allá. Además, va a pagar el tráfico de paso, que antes no lo hacía. Y, como remate, el dinero que sobre se podrá dedicar a los proyectos que determinen las Juntas Generales.
- ¿Es lógico que una carretera transeuropea como la N-1 siga siendo gratuita?
- Ha sido el gran eje de comunicaciones de la península con Europa. El Estado construyó grandes ejes viarios gratuitos y no se dio cuenta que de aquellos polvos vienen estos lodos. Este esquema se tiene que repensar.
- La gratuidad de la N-1 tiene un efecto colateral, el bajo uso de la autopista Eibar-Vitoria.
- Así es. El sistema Arkupe permitirá redistribuir el tráfico, mejorando la recaudación en el peaje convencional de la Eibar-Vitoria.
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