martes, 28 de octubre de 2014

La madeja de las autopistas de peaje sigue sin desenredarse


Corría el 20 de marzo del 2012 cuando la ministra de Fomento, Ana Pastor, ponía por vez primera sobre la mesa la posibilidad de rescatar a las autopistas de peaje en riesgo de quiebra. Hablaba entonces de varias opciones, como ampliar el plazo de los contratos de explotación o impulsar las fusiones entre concesionarias, pero casi todas fueron desechadas con el tiempo.

Subsiste, no obstante, la principal pero también más polémica. El rescate, prácticamente nacionalización, de las concesiones «en valores negativos» -como decía Pastor- a través de la Sociedad Estatal de Infraestructuras del Transporte Terrestre (Seittsa), que se convertiría así en un remedo de la antigua Empresa Nacional de Autopistas (ENA), privatizada en el 2003 cuando controlaba media docena de vías de peaje.

Transcurridos 31 meses de aquel anuncio, y a poco más de un año para las próximas elecciones generales -una cita que empieza a marcar los movimientos del Gobierno-, la filosofía se mantiene. El problema es que sigue sin acordarse la letra pequeña porque pocos ven ahora que sea la mejor solución.

En Hacienda, por ejemplo, estiman que sería la menos mala porque, a priori, resultaría también menos costosa para el erario público. Sin rescate, se activaría la responsabilidad patrimonial del Estado (RPA), que la propia titular de Fomento sitúa en «más de 3.300 millones de euros» aunque las empresas la acercan a los 4.000 millones. La ventaja, eso sí, es que a esa suma habría que restar el coste de las indemnizaciones por la expropiación de los terrenos donde se construyeron las vías de peaje.

Hablamos de una cantidad aún pendiente de resolver por el Tribunal Supremo que estaría entre los 2.300 y los 2.500 millones, frente a los 400 millones que estimó inicialmente el gobierno de Aznar. Para el PSOE, es precisamente el PP el culpable de ese «desastre económico» por un «diseño absurdo» de esas autovías.

Para Pastor, sin embargo, los daños se hubieran minimizado si el último Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero hubiera hecho los deberes. Entre el 2008 y el 2012, según sus datos, ese tráfico cayó un 35% -este año baja un 3%- pero la Administración sólo puso «dos parches importantes». Los llamados préstamos participativos, 438 millones que «prácticamente se regalaron», y las cuentas de compensación por otros 80 millones. Eso sin olvidar que no declararon la «lesividad» para el Estado de los acuerdos de los jurados provinciales de expropiación, lo que terminó «disparando un 1.200% ese gasto».

Ahora toca buscar soluciones cuando quedan poco más de tres semanas. El pasado día 17, Fomento oficializaba por vez primera su propuesta de incluir en la referida Seittsa los activos y pasivos de nueve concesionarias de autovías de peaje en riesgo de quiebra. A cambio, eso sí, de una quita generalizada del 50% en su deuda, que quedaría en 2.300 millones.

La letra pequeña, sobre la que Fomento está aún indecisa, prevé que ese dinero lo pagaría con otro crédito que le darían los bancos y que sería cubierto por un bono a 30 años. La deuda antigua (1.650 millones) se pagaría a un interés anual próximo al 2%, y la nueva (650 millones) que se genere comprando a las entidades extranjeras su parte iría al 4,1%.

Las vías de pago que quedarían en el acuerdo serían las cuatro radiales de Madrid (R-2, R-3, R-4 y R-5), la autopista que conecta con el aeropuerto de Barajas (M-12), la que une Madrid con Toledo (AP-41), la que va de Ocaña a La Roda, la de Cartagena-Vera y la circunvalación de Alicante. La conexión entre Alicante y Cartagena se salió hace dos semanas con una quita del 30% sobre su deuda de 214 millones, refinanciando el 70% a euríbor mas un 2,2% a 28 años y el resto como convertible en acciones.

Los gestores de la R-3 y la R-5 -Abertis, Sacyr, ACS y la nacionalizada Bankia- han presentado a la banca acreedora una propuesta «muy atractiva» en una línea similar. Tendrá que elegir entre ella o la oferta de Fomento antes del 17 de noviembre. De lo contrario, sería la primera autopista en concurso en liquidarse y podría terminar arrastrando a las otras en un efecto dominó.

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