Madrid tiene mucho que aportar al museo de los horrores de la burbuja inmobiliaria. En la sala dedicada a los esqueletos millonarios de infraestructuras inútiles o inacabadas están el hotel de Barajas -construcción proyectada sobre en un solar de 13.700 metros cuadrados propiedad de AENA, junto al parking de la T-2 del aeropuerto de Barajas- cuyo encofrado abandonado la bienvenida a los turistas que llegan a la capital- y la MP-203. Hablamos de la autopista que debía servir para descongestionar la A-2 a su paso por Alcalá de Henáres.
El proyecto se aprobó en 2005 y su gasto ha superado con creces los 70 millones de euros. Una vía recién asfaltada y de doble carril, pero con un pero difícil de pasar por alto, que no lleva a ninguna parte. Una metáfora de la época de los excesos que sobredimensionó el parque de autopistas madrileñas que hoy se encuentran, en la mayoría de los casos, en concurso de acreedores dada la duplicidad del kilometraje.
La MP-203 presenta, además, un fallo importante en su planteamiento inicial. Al sobrecoste económico se suma la necesidad de ejecutar un paso por debajo de la línea de alta velocidad Madrid-Barcelona. La excusa mantenida durante años por el entonces Gobierno de Esperanza Aguirre hablaba de un boicot de Adif, dependiente en esas mismas fechas del Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero. Puestos a buscar culpables el Ejecutivo regional también señaló al Ministerio de Fomento, en este caso por frenar la conexión de la carretera con la R-3.
Sin embargo la excusa solamente se sostuvo mientras gobernó el PSOE. Llegado el relevo en Moncloa, y ya con un gobierno de mayoría absoluta popular, el proyecto sigue estancado. Solamente 10 de los 12,5 kilómetros que debía presentar la MP-203 están construidos, y no hay señales de que la construcción se vaya a acabar. La apuesta de Aguirre por la primera autopista de peaje duro (pago directo de los usuarios) de Madrid ha caído en el olvido y sus responsables se excusan acusando a la otra parte.
Cintra, filial de Ferrovial, y ganadora del concurso se niega a desembolsar ni un euro más hasta tener los permisos pertinentes. La respuesta del Gobierno de Ignacio González ha sido desempolvar un convenio por el que asegura que, de acuerdo con la cláusula número 28 del pliego que rige la concesión, la firma concesionaria es la responsable de obtener todas las autorizaciones y licencias.
A la espera de una resolución, la carretera MP-203 permanece medio erguida, como rampa de salida a la nada.
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