Volvemos en esta entrada a darle vueltas a los Presupuestos presentados por
el Gobierno de Mariano Rajoy para el 2013 y al PITVI. Si tuviéramos que
designar ambos documentos con una sola palabra, con un solo calificativo,
utilizaríamos “nostalgia”. Y eso es lo que tiene el Partido Popular, nostalgia
por el ladrillo, por la burbuja inmobiliaria.
Y es que tanto los presupuestos generales como el PITVI tropiezan con el
mismo “ladrillo”, permitiéndome aquí una licencia de otra entrada que ya
utilicé. Y es que el Partido Popular echa de menos ese ladrillo, esa burbuja,
esa especulación, ese quítenme de ahí esa calificación de suelo rústico para
poner el de urbanizable y, de paso, llevarme unos billetes al bolsillo, mientras
doy unos caramelos envenenados a la ciudadanía y les hago ver que “España vabien” y todos tan contentos.
Pero no voy a entrar en esa vorágine de acusar quien se llenó los bolsillos
de qué porque habría mucho, de muchos y de muchas siglas, casi como
combinaciones de dos o tres elementos se pueden hacer con el abecedario, de qué
hablar.
Hoy me desayunaba con la siguiente noticia: “Mariano Rajoy vende las energías renovables españolas en Marruecos”, y tal como se
desarrolla en el artículo, es “difícil de entender pero es una realidad
palpable que uno de los presidentes del mundo que más recortes y dificultad ha
puesto al sector de las energías renovables presume de ellas más allá de
las fronteras españolas, donde sin ninguna impunidad las desprecia a diario”.
Vamos,
que el presidente del gobierno, no sólo elimina recursos para la investigación
y el desarrollo de una fuente de riqueza que podría sacar a este país de la
crisis y del déficit, sino que además, lo que queda, lo desmantela y lo vende a
terceros países que el día de mañana nos venderán su producto a precio de oro,
mientras aquí, sí, tendremos muchas casas, muchos edificios vanguardistas de
Calatrava y muchas autopistas y líneas de AVE, pero nada con qué alimentar
energéticamente al país. Más de lo mismo, no sólo en el plano del ajuste, sino
también en la continuidad de las políticas: más ayudas a los coches, a las
eléctricas, a las autopistas. Mariano Rajoy es incapaz de pensar en otros términos.
El presidente y su gabinete debería aprovechar estos momentos, esta crisis,
como el punto de partida de la transformación de la estructura productiva con
la que reducir el déficit exterior de nuestra economía, y no persistir en
antiguas sistemas productivos basados en la construcción que esta coyuntura nos han traído como
pretende con los Presupuestos Generales para el 2013 y el PITVI. Orientar el
tejido productivo en reorganizar un sector como el de las energías renovables
que tan pujante pareció en años anteriores y que tanto el gobierno socialista
como el actual han dejado de subvencionar y han aprovechado lo poco que había
para venderlo al mejor postor.
Y es que el gobierno y los partidos de la oposición no deberían olvidarse
que uno de los principales problemas del país es la factura energética y que,
por tanto, impulsar el suministro energético renovable puede encauzar la
economía hacia adelante. Pero mal nos pese, este y el anterior gobierno, están
muy atados a las exigencias de los grandes capitales, y que estos no dejarán
que se les acabe el pastel mientras puedan. De la misma manera, esos grandes
capitales (bancos en su mayoría) forman parte de los grandes grupos de
construcción, por lo que volvemos como si de una pescadilla que se mordiera la
cola fuera, al por qué del interés de este gobierno en seguir fomentando la
construcción de nuevas autopistas de peaje pese al fracaso de las anteriores.
¿No sería mejor fomentar el transporte colectivo que podría ayudar a la vez a
promover el empleo?¿No sería mejor invertir en innovación tecnológica para
reducir la factura energética?
Y es que mientras no haya partidos políticos que trabajen de verdad para la
ciudadanía y que no haya propuestas y políticas de cambio estructural, el país
seguirá desmoronándose socialmente y económicamente.
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