Me parece muy bien que la ministra de Fomento utilice el argumento que titula este artículo para justificar la conveniencia del traspaso de la autopista del Atlántico, la AP-9, que une Ferrol con Tui, y así poder negociar las condiciones de los peajes y de los servicios en general.
Pero mejor me parecería que, al mismo tiempo, tuviera esa misma preocupación por acondicionar la carretera nacional que discurre paralela a la autopista y que une las principales ciudades del eje atlántico. Una carretera que es utilizada por miles de gallegos cada día para desplazarse de su domicilio al trabajo y que no pueden hacerlo por la autopista debido a la carestía de los peajes, cada vez más inasequibles para una mayoría de usuarios que vieron diezmados sus ingresos e incrementados todo tipo de impuestos y tasas.
Por eso un buen servicio que podría hacer la ministra pontevedresa era esforzarse en acondicionar el trazado y el firme de dicha carretera, en reiniciar variantes como la de Padrón, ahora paralizada; en programar las necesarias variantes de Sigüeiro, de Ordes y de Carral, entre otras, y sobre todo de mejorar el estado del firme del tramo Santiago-A Coruña. Un recorrido que más bien parece una carretera local que una de rango nacional, y que a los baches, los parcheados, los tramos de pavimento destrozado, una señalización deficiente y engañosa, y una larga serie de problemas añadidos, añade las retenciones en el paso de las villas.
Son muchos miles los gallegos que sufren cada día esa penalidad y que muchas veces no entienden cómo es posible que un itinerario tan importante esté en esas condiciones mientras se construyen autovías a los pueblos, grandes puentes para el tránsito estival, y magníficas carreteras que apenas tienen tráfico que las justifique. Ellos no saben el reparto de competencias, solo ven lo que ven. Otros, más enterados, añaden a esa queja, otra: ellos tienen que pagar con sus impuestos los peajes en la sombra de tramos autonómicos de autovías para que otros puedan circular gratis mientras que ellos no pueden utilizar la autopista porque la carestía del peaje se lo impide. No deja de ser un cierto esperpento carreteril.
Por eso decía al principio que estaría muy bien que la ministra del ramo, la que tiene competencia en esa carretera, se preocupara también por renovar el firme con una sencilla capa de asfalto y de pintura. No es mucho el coste para ello, por lo cual no se alteraría el compromiso de austeridad. Realmente la situación resulta incomprensible.
La Voz de Galicia.es 15/01/2014
Pero mejor me parecería que, al mismo tiempo, tuviera esa misma preocupación por acondicionar la carretera nacional que discurre paralela a la autopista y que une las principales ciudades del eje atlántico. Una carretera que es utilizada por miles de gallegos cada día para desplazarse de su domicilio al trabajo y que no pueden hacerlo por la autopista debido a la carestía de los peajes, cada vez más inasequibles para una mayoría de usuarios que vieron diezmados sus ingresos e incrementados todo tipo de impuestos y tasas.
Por eso un buen servicio que podría hacer la ministra pontevedresa era esforzarse en acondicionar el trazado y el firme de dicha carretera, en reiniciar variantes como la de Padrón, ahora paralizada; en programar las necesarias variantes de Sigüeiro, de Ordes y de Carral, entre otras, y sobre todo de mejorar el estado del firme del tramo Santiago-A Coruña. Un recorrido que más bien parece una carretera local que una de rango nacional, y que a los baches, los parcheados, los tramos de pavimento destrozado, una señalización deficiente y engañosa, y una larga serie de problemas añadidos, añade las retenciones en el paso de las villas.
Son muchos miles los gallegos que sufren cada día esa penalidad y que muchas veces no entienden cómo es posible que un itinerario tan importante esté en esas condiciones mientras se construyen autovías a los pueblos, grandes puentes para el tránsito estival, y magníficas carreteras que apenas tienen tráfico que las justifique. Ellos no saben el reparto de competencias, solo ven lo que ven. Otros, más enterados, añaden a esa queja, otra: ellos tienen que pagar con sus impuestos los peajes en la sombra de tramos autonómicos de autovías para que otros puedan circular gratis mientras que ellos no pueden utilizar la autopista porque la carestía del peaje se lo impide. No deja de ser un cierto esperpento carreteril.
Por eso decía al principio que estaría muy bien que la ministra del ramo, la que tiene competencia en esa carretera, se preocupara también por renovar el firme con una sencilla capa de asfalto y de pintura. No es mucho el coste para ello, por lo cual no se alteraría el compromiso de austeridad. Realmente la situación resulta incomprensible.
La Voz de Galicia.es 15/01/2014
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