El Gobierno tiene un problema con aquella hornada de autopistas de peaje que se sacó de la chistera el ministerio de Fomento de Francisco Álvarez Cascos. Todas han presentado concurso de acreedores y algunas están en quiebra. Las expectativas de tráfico no se han cumplido y la deuda bancaria que acumulan asciende ya a 3.500 millones de euros.
Pero el problema no tiene fácil solución. Una posibilidad es la creación de un “banco malo” –algo así como un Sareb de las autopistas- que se haría cargo de todas ellas. El Gobierno ha dejado caer la posibilidad de que en ese banco malo de autopistas las actuales concesionarias tendrían un 20 por ciento del capital, mientras el Estado sería titular del 80 por ciento. Las concesionarias no han recibido la propuesta con agrado. Precisamente la primera que ha manifestado su disconformidad es Aucosta, que explota la Vera-Cartagena.
Una vía alternativa es la venta de todo el paquete de autopistas a un fondo buitre. Por extraño que parezca, hay fondos de inversión interesados en su adquisición. Suenan los nombres del banco australiano Macquarie, así como de JP_Morgan, Goldman Sachs o Morgan Stanley. Pero ya se sabe en qué condiciones compran estos inversionistas: casi a coste cero, y encima, agradecidos. Para obtener tasas de retorno de dos dígitos en su inversión, que es lo que pretenden, lo primero que habría que hacer en vendérselas sin carga hipotecaria. O sea, renunciando al cobro de los 3.500 millones de deuda que acumulan.
Cualquier solución que se le dé al problema tendrá un alto coste para las arcas públicas. El Gobierno manifiesta una y otra vez que no va a ser así. Pero si así no fuera, ¿cómo se obraría el milagro? La reciente experiencia del rescate bancario nos ha enseñado que, se diga lo que se diga, al final, estas cosas terminan ocupando un espacio en los Presupuestos Generales del Estado.
Mientras se da con la varita mágica que encuentre una solución al problema, el Gobierno, por lo pronto, lo que ha hecho ha sido subir las tarifas del peaje. Desde el primer día del año, las autopistas españolas son un 1,85 por ciento más caras. Lamentablemente, en el caso de las autopistas con problemas, este incremento de precio no va a suponer mayor holgura económica en sus cuentas de resultados. La permanente disminución del número de usuarios agravan cada vez más los números rojos. Una vez cerrado el 2013, las autopistas habrán encadenado siete ejercicios consecutivos de pérdida de usuarios.
Según datos al cierre del pasado mes de noviembre, casi todas las autopistas españolas han perdido usuarios. De las diez con problemas, las diez han perdido usuarios. Se da incluso el caso estrambótico de que la AP-41 Madrid-Toledo tan solo ha contabilizado 962 usuarios diarios en los once primeros meses del año, un 35,4% menos que en 2012. La AP-7 Cartagena-Vera tan solo ha contabilizado hasta noviembre el paso de 2.832 vehículos, un 4,7 por ciento menos que en el mismo periodo del año pasado.
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