Los datos que acaba de publicar el Ministerio de Fomento respecto a los tráficos en las carreteras de titularidad estatal constatan lo que ya viene siendo una tendencia generalizada en los últimos años, la progresiva pérdida de circulación de las autopistas de peaje, y en concreto, de la AP-9, que eluden cada vez más conductores que no quieren o no pueden pagar las elevadas tasas.
Eso provocó un dato que puede parecer paradójico, pero no lo es. La N-550, por ejemplo, constató una pérdida de vehículos hace dos años, cuando el tráfico registrado en la estación que Fomento tiene en el tramo de Valga a Caldas había bajado un 5 %. Pero ahora, dos años después, se produce el fenómeno inverso, con una recuperación interanual en términos similares. Lo que se perdió entonces se explicaban por la recesión económica y la pérdida de vehículos; lo que se recupera ahora se debe a la búsqueda de carreteras alternativas a la autopista, y la N-550 es, en ese sentido, la que se lleva la palma en la comarca, tanto para ir a Santiago como para dirigirse a Pontevedra.
Por el contrario, el tramo de la AP-9 que va de Santiago a Pontevedra perdió un 11 % de aforo a lo largo del 2012. La razón está muy clara. Utilizar la autopista de Santiago a Caldas cuesta 3,55 euros, y de Caldas a Pontevedra, 2,05. Por si no era suficiente, Audasa incrementó en cinco céntimos el primero a principios del 2014. El precio del segundo se mantiene.
La Voz de Galicia.es 24/01/2014
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