Peaje de Puçol en 1974, en la autopista del Mediterráneo, que se hizo 20 años antes que la proyectada a Madrid. :: lp |
El Consejo de Ministros, presidido por el general Primo de Rivera, se reunió en convocatoria extraordinaria en Valencia el 14 de octubre de 1929. El motivo inmediato fue el desarrollo en aguas valencianas de unas importantes maniobras de la Armada, a las que asistió el Rey Alfonso XIII.
Sin embargo, aquella reunión gubernamental tomó un importante acuerdo con consecuencias negativas para las aspiraciones de los valencianos: rechazó la construcción de la autopista Valencia-Cuenca-Madrid, que sorprendentemente ya se reclamaba con insistencia en aquella época y cuyo proyecto estaba ultimado.
El motivo oficial del rechazo fue la falta de presupuesto. En 1928, el mismo Gobierno del dictador Primo de Rivera había convocado un concurso para realizar los estudios de 14 autopistas, cuya realización se efectuaría mediante concesión a los constructores de las mismas, que naturalmente cobrarían peajes, pero con la ayuda de unas asignaciones anuales de dinero comprometidas por el Estado. A la autopista Valencia-Madrid le correspondía una aportación oficial de dos millones de pesetas por año, un importante capital en aquel momento, y el Gobierno optó por dejar aparcados los planes para mejores tiempos, salvo que alguna empresa se quisiera hacer cargo por entero, pero sin aportaciones de los presupuestos generales, cosa que no ocurrió hasta más de cuatro décadas después.
En LAS PROVINCIAS se hablaba en días previos al Consejo de Ministros de la gran importancia que tendría la 'Pista' Valencia-Cuenca-Madrid para la economía. Destacaba como gran impulsor del proyecto el financiero valenciano Ignacio Villalonga, que después tendría un relevante papel al frente de los bancos Central y Valencia.
También estaba previsto en aquel Consejo de Ministros extraordinario que se tratara de otra larga aspiración valenciana: establecer el ancho europeo en la línea de ferrocarril hasta Francia para facilitar las exportaciones naranjeras. El ministro de Fomento, el marqués de Guadalhorce, habló previamente muy a favor de ambas cosas, del ancho internacional y de la 'Pista' a Madrid, en tanto que, incomprensiblemente, parte de la prensa madrileña no estaba por la labor de dichas inversiones, conforme señaló LAS PROVINCIAS. Al final, el Gobierno aparcó ambas cosas y eligió precisamente la sesión de Valencia para dar la negativa a los valencianos. Lo del ancho europeo sigue pendiente.
Junto a la autopista valenciana ya se habían presentado en aquel momento otras dos: la de Oviedo-Gijón y la Madrid-Irún, que fueron igualmente paralizadas. Unas iniciativas que nos pueden parecer hoy prematuras, sobre todo porque tenemos reciente la construcción de tales infraestructuras.
No obstante, en la Italia de Mussolini ya funcionaba la Milán-Los Lagos y se trabajaba en otras, mientras que en Alemania, Reino Unido y EE UU se debatía sobre los mejores firmes y trazados y si debían ser vías gratuitas o de peaje. Y a los pocos años, el régimen nazi de Hitler construyó varias autopistas en Alemania. Quizá todo ello influyó en que la República aparcara definitivamente los proyectos españoles, argumentándose que eran carreteras de lujo.
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