Como comentan nuestros compañeros de Motorpasión:
“La Asociación de Concesionarias de Autopistas de Peaje, ASETA, ha solicitado al gobierno el cobro de peajes en la red de autovías estatal como posible solución a sus problemas”.
Y es que esta gente no tiene freno a su avaricia, casi todas las concesionarias están en dificultades ante la caída de ingresos, (igual les parece que son el único sector con problemas) y quieren que sea el Estado el que les venga a solucionar la papeleta “regalándoles” la concesión de las autovías a cambio de hacerse cargo de los gastos de explotación y el “mantenimiento”, y a cambio el Gobierno obtendría ingresos vía impuestos y se ahorraría los gastos de mantener esas infraestructuras.
Sobre el papel para el Gobierno el caramelo es jugoso, recibe nuevos ingresos y reduce gastos de un plumazo. ¿A costa de quien? de nuevo a costa de exprimir un poco más a los usuarios, los mismos que vía impuestos hemos pagado esas infraestructuras y los intereses de los créditos necesarios para construirlas, que han ido a parar a unas pocas entidades y empresas. Pero ¿resultaría tan bien la jugada como la pinta la asociación de concesionarias? Me temo que no y explico porqué.
Desde la subida del IVA he dejado de utilizar las autopistas de peaje, salvo en situaciones de mucha prisa en las que la alternativa por carretera secundaria fuese inviable por tiempo, y me he encontrado con unas vías secundarias que, si bien hasta no hace mucho tenían poca densidad de tráfico, han aumentado considerablemente esta densidad, estando probablemente (aún no hay datos al respecto)a un nivel cercano al que había antes de que algunas de estas autopistas y autovías estuviesen construidas.
Este trasvase de usuarios se traduce en una lógica merma de ingresos que las autopistas tratan de compensar subiendo las tarifas año tras año, y a la vista está la efectividad de esa manera de proceder, que se parece mucho a la brillante idea de cierto ministro de subir el IVA para que los que paguen lo hagan también por aquellos que no lo hacen. (Que tal vez derive en que los que pagan se cansen de pagar…)
Pero aún hay otra consecuencia de este transvase de usuarios, y es que, como ya apuntan en el artículo nuestros compañeros, el aumento de usuarios de las vías secundarias, haceaumentar la siniestralidad en estas vías (que ya es de por sí más alta que en las autopistas y autovías) con los gastos de todo tipo que ello conlleva. De tal forma que ese aumento de ingresos que se pudiese producir por un lado se diluiría por otro.
También mermarán los ingresos por sanciones de tráfico, porque, al disminuir el número de usuarios de autopistas y autovías, habrá menos infractores (a menos que se queden circulando sólo los infractores habituales) y aunque trasladen los radares a las vías secundarias, con la densidad de tráfico que habrá, poco espacio habrá para correr.
Lo que deberían hacer las concesionarias de autopistas si quieren que su negocio sea rentable es ofrecer una relación precio calidad que resulte suficientemente atractiva. Esto podría conseguirse a través de varias fórmulas que podrían aplicarse simultáneamente (que sería lo ideal): Reducción de precios (o bonificaciones de algún tipo), aumento de la seguridad (pinturas realmente reflectantes, pavimento en perfecto estado), aumento del caudal de la vía (permitir velocidades mayores, dentro de los márgenes de seguridad que ya existen se podría circular con seguridad a 150 km/h en prácticamente cualquier vehículo de menos de 20 años, en gran parte de la red).
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