Por un lado el Ministerio de Fomento estudia nacionalizar
las autopistas de peaje en quiebra, o como eufemísticamente llaman, en riesgo
de quiebra, asumiendo el control de estas la sociedad pública SEITTSA, que
sería quien asumiría la deuda. Bueno, en realidad, quienes asumen la deuda son
los ciudadanos.
Por otro lado, el Ministerio de Fomento estudia también
implantar peajes en las autovías y vías de alta capacidad de su jurisdicción
con el fin de poder afrontar su mantenimiento. O eso es lo que dicen, pues aunque
no lo digan es un secreto a voces que seguro que uno de los principales motivos
es el poder hacer frente a todos los
préstamos a las concesionarias de las autopistas en quiebra.
Pero esto cada día se parece más al cuento del Pastor y el
lobo. Llevamos ya casi medio año escuchando los mismos rumores de la intervención
del estado sobre las autopistas y pasan los meses y las autopistas en quiebra
técnica: las cuatro radiales, la AP-41 (Madrid-Toledo), que recientemente solicitó el concurso de
acreedores; y la M-12 (Eje Aeropuerto),
siguen recibiendo dinero del gobierno. Sin ir más lejos, hace sólo dos
días, el Gobierno anunció que daría 290 millones de euros más,
a través de préstamos participativos, a las concesionarias en riesgo de
quiebra. La ministra del Ministerio de
Fomento, Ana Pastor, volvió a explicar que estas autopistas de peaja estaban en
una situación “insostenible” debido al descenso del tráfico (el tráfico de las
autopistas de peaje de España ha registrado una caída del 5,6% en 2011, y se sitúa a niveles de 1998) y al coste
extra de las expropiaciones (que en muchos casos se ha disparado hasta un 175%).
Pero sigue sin hacer autocrítica y anunciar que el principal responsable de
esta situación es el gobierno que ideó este modelo (casualmente el mismo que
está ahora en el gobierno).
Y es que a todos los españolitos nos tocará, o ya nos
tocando, pagar el capricho de los políticos que esa gran visión de futuro y
aires de grandeza. Y sólo nos va a costar unos 3.000 millones de euros, como
mínimo, para “salvar” al sector, cifra que el Ministerio apunta a que con esto se
facilitaría la entrada de capital
privado. Pero ¿Y de qué serviría la entrada de capital privado sin estas
autopistas ya están en manos privadas y no han funcionado? Bastante contradictorio ¿no?
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