Es reconfortante saber que la generosidad del dinero público
está llegando a quien más lo necesita, es decir, a concesionarias de
autopistas, promotoras inmobiliarias o al propio sistema financiero. En
un mundo tan equitativo y racional, me llena de orgullo que un país sepa
reconocer el esfuerzo que han hecho por nosotros los dueños de las
radiales de Madrid o las grandes promotoras y constructoras de este
país. Esos kilómetros vacios, largos y silenciosos revelan el futuro de
la opulencia, habiendo vías alternativas ruidosas y algo más
congestionadas, pero siempre hay que tener una pareja de
infraestructuras, aunque no se usen, siendo además, y por encima de
todo, lo más relevante el que nuestros coches puedan abrirse paso, sea
en una radial o en la M30. La irracionalidad del proyecto en Madrid fue,
sin duda, implantar un peaje, caro, a las radiales y la gratuidad a la
M50, lo que sin duda choca contra toda lógica económica y de viabilidad
del transporte.
Las malas prácticas de constructoras, Banca y Gobiernos
regionales han llevado a muchas concesiones de autopistas de peaje a ser
rescatadas con dinero público
Esta generosidad, cifrada en unos 3.800 millones de euros, compensará
los errores de previsión en los que incurrieron esos sesudos directivos
y los correspondientes políticos, y por supuesto que se debe pagar a
escote, como manda la doctrina liberal: el beneficio para mí y las
pérdidas para todos/as. Adicionalmente, los promotores no tendrán que
inscribir las obras que acometan, para que los pobres no tengan que
pagar impuestos, ya que se sienten muy tristes tras gastarse todo en
orgías. Todo este conjunto de dádivas, seguramente, es muy superior al
recorte en pensiones, reducción de salarios, sanidad o educación y pone
de manifiesto que los lobbies tienen más poder y requieren más atención
que muchos ciudadanos, lo cual señaliza el poder de negociación de unos y
otros y desmonta el mito urbano de lo que mueven los sindicatos de
clase.
En el campo que nos ocupa y preocupa, las autopistas de peaje,
sorprenden la ligereza con que los actores responsables, precisamente
los Gobiernos autonómicos más liberales, Madrid o Murcia, son los que
ahora claman al Estado para que se rescate, junto a las Cajas más
emblemáticas, a las autopistas de peaje, especialmente las radiales de
Madrid. Qué lejos quedan aquellos días en los que se brindaba por el
gran negocio que suponía la apertura de aquellos corralitos en los que
las constructoras, Cajas de Ahorro y Gobiernos autónomos se repartían la
carga de negocio, a instancias principalmente de las grandes
constructoras. Estas decidían en cada momento, qué obras necesitaban, el
volumen y el reparto de carga, sin importarles si la obra era necesaria
o no, y si los números estaban inflados. En el subconsciente colectivo
vienen a la memoria políticos de infausto recuerdo, como Álvarez Cascos o
el propio Rodrigo Rato, otrora ejemplos de buenas prácticas.
En estos momentos, en los que el Estado está a punto de ser
intervenido formalmente, el hecho de que el Estado tenga que hacerse
cargo de esta deuda, lo que se denomina el agujero del balance,
fundamentalmente los costes de expropiación y la desviación de tráfico,
lo que podría agrandar el riesgo país, y provocaría una gran sangría
económica y jurídica al Tesoro español. Estamos, pues ante el enésimo
caso de ataque a la equidad y eficiencia de la función pública, y sobre
todo ante el vaciamiento de fondos públicos por parte de las grandes
empresas constructoras y entidades financieras del país. Frente a este
gran poder de negociación, inédito en otros países civilizados, lo que
se demuestra es que no hay instrumentos, ni estructuras que defiendan a
los ciudadanos de los ataques de estos grandes monopolios que,
disfrazados de empresas modelos, se lanzan a conquistar el mundo con los
dividendos sociales y económicos que esquilman en España.
La asunción de deuda puede ser la puntilla para el Tesoro español. En esencia, es el sistema financiero, sector clave en el proceso de endeudamiento irracional e irresponsable llevado a cabo, el que también está siendo mimado para que no se estrese y alcance la velocidad de crucero, sin apenas rasguños. A los altos directivos se les mantiene y engorda, para que puedan seguir disfrutando de la sopa boba que consiste en que hagan lo que hagan seguirán disfrutando de sus puestos, con contratos blindados financiados, en parte, por la mayoría de ciudadanos. Esto es lo que se llama Riesgo Moral.
La asunción de deuda puede ser la puntilla para el Tesoro español. En esencia, es el sistema financiero, sector clave en el proceso de endeudamiento irracional e irresponsable llevado a cabo, el que también está siendo mimado para que no se estrese y alcance la velocidad de crucero, sin apenas rasguños. A los altos directivos se les mantiene y engorda, para que puedan seguir disfrutando de la sopa boba que consiste en que hagan lo que hagan seguirán disfrutando de sus puestos, con contratos blindados financiados, en parte, por la mayoría de ciudadanos. Esto es lo que se llama Riesgo Moral.
Resumiendo, la crisis y la restricción presupuestaria la debemos
pagar entre todos, para que las grandes empresas puedan seguir
manteniendo la cuenta de resultados y hacer feliz a los gestores,
accionistas y mercaderes, esto es lo que se aprende en los manuales de
las facultades de económicas y empresariales, así como en las Escuelas
de Negocio. Así nos va.
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