martes, 31 de julio de 2012

Y lo peor llegará en septiembre


El Gobierno dice que no se de vacaciones en agosto, al igual que muchísimos españoles (uno de cada cuatro, según encuestas) tampoco, o bien saldrán pocos días y gastando lo mínimo. Y es que el país no está como para vacaciones. Una larga recesión (o crisis, como quieran llamarlo) que se va a alargar según los economistas hasta como mínimo el 2014, cifras récord de paro, altos niveles impositivos y, sobre todo, falta de confianza en la clase dirigente, en las instituciones, en Europa y en el futuro están cada día hundiendo un poquito más a las clases media y baja de este país, clases que están soportando el peso de los errores cometidos por otros. Y lo peor llegará en septiembre.
Pero ya vamos teniendo aperitivos de lo que se nos acerca. Sin ir más lejos, muchos ya han notado la subida de los precios de los carburantes y de los precios de los peajes.
Por un lado el precio de los peajes que dependen del estado se han encarecido en un 7’5% tras suprimirse la compensación que el gobierno aportaba a las empresas concesionarias y que, por supuesto, repercutirá en el cliente final. Pero lo peor vendrá en septiembre con la subida del IVA, que provocará otro aumento de precio, ya que se pasará del 8 al 10%.
Y por otro lado, los precios de la gasolina y el gasóleo que han registrado subidas del 1,9% y del 2,9%, respectivamente, en la última semana y vuelven a situarse cerca de sus máximos históricos. La subida se produce justo antes del inicio de las vacaciones de agosto, cuando mayor volumen de coches se mueve en este país. El litro de gasolina cuesta en la actualidad 1,43 euros y acumula un encarecimiento del 5,3% desde enero, así como del 9,5% con respecto a la misma semana del año pasado y el precio del gasóleo alcanza los 1,378 euros el litro y es un 3,6% superior al marcado en enero. Este combustible, consumido por cerca del 80% del parque automovilístico español, cuesta además un 7,4% más que en la misma semana de julio de 2011.
Con este panorama, agosto va a ser un mes complicado para las economías familiares y las pequeñas y medianas empresas, pero lo peor llegará en septiembre.
Todo esto podría amortiguarse si el estado hubiera invertido en los años de bonanza en transporte colectivo de calidad (plataformas para autobuses, tren de cercanías a lugares donde sí tienen demanda, paradas de metro a zonas con alta densidad de población y no a barrios donde prima más el acto electoralista), pero se prefirió apostar por el desarrollo de una densa red viaria que ahora se quedará vacía y por la que habrá, además, que pagar por ella.

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