Escribo esta
entrada cuando el pánico por la subida récord de la Prima de Riesgo ha pasado.
Cuando los mercados se apaciguan por el rumor de la compra de deuda patria porel BCE. Por el fin de la reunión de los del G-20 que tanto se llevan y tan poco
nos dejan. Escribo estas palabras por tan sólo 120 millones de euros, que al
lado del primer "Rescate" o como el Sr. Presidente ha llamado
eufemisticamente, "Línea de Crédito", que en la Neolengua queda como una
cosa más profesional y menos preocupante, no da ni para cubrir el agujero de la
banca española.
Escribo sobre los
los 120 millones de euros que le deben sobrar a la Sra. Aguirre de alguna
consejería a la que ha disminuido el presupuesto, como al de Sanidad o al de
educación, por citar algunos de los más populares; Que esos 120 millones de
euros saldrán del recorte del 3, del 4 o del "váyase usted a saber"
tanto por ciento, que ha decido hacerse al salario de los funcionarios.
Escribo sobre los
120 millones de euros que al Consejero de Hacienda, Don Percival Manglano, le
deben sobrar de vender como señorita de compañía, a la comunidad de Madrid como
sede de la nueva "Sodoma y Gomorra" a un empresario al que le
interesa cambiar leyes sobre prostitución, juego y tabaco. Son los 120 millonesde hipocresía de la derecha, que permiten cosas pecaminosas siempre y cuando el
domingo puedan asistir a limpiar sus pecados y no se le toque el IBI al Obispoque se dedica a insultar a mitad de la población, mientras de paso, anima a
marcar la X.
Escribo sobre los
120 millones de euros que como goles nos meten por la escuadra desde el comienzo de la
crisis pero que quedan olvidados por las sesiones de noventa minutos y de
veinticuatro horas de color rojo que dejan en estado comatoso al españolito,
porque en la tele, en la prensa, en la radio y hasta en las hamburguesería dicen que "la roja" somos todos, pero los que juegan más, que se llevan su dinerito
y lo ingresan en sus cuentas que luego no declaran a Hacienda.
Escribo sobre los
120 millones de palabras que se nos olvidan cuando vemos la televisión, escuchamos
la radio u hojeamos el papel couché sobre la obra, vida y milagros de la
familia Real, de la hija de la mujer de aquel torero-cantante-político-u-hombre
de vida ejemplar, y que nos dejan la sensación que la vida de aquellos no es
mejor que la nuestra.
Escribo en
definitiva de los 120 millones de Euros que servirán para costear otra obra
faraónica como la RM-1,
que se llevarán las constructoras concesionarias que ganaron mucho durante la
burbuja inmobiliaria y que hoy, como nuevos ricos venido a menos, mendigan por
las administraciones públicas pidiendo ayudas a sus quebradas autopistas.
Escribo sobre los
120 millones de euros que son sólo eso, 120 millones.
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