Tal como era de esperar, y era cuestión de tiempo, la concesionaria que gestiona la explotación de la autopista de peaje Radial 4, Autopista Madrid Sur Concesionaria Española e Inversora de Autopistas del Sur (participada por Cintra en un 55 %, Sacyr con un 35 % y Caja Castilla La Mancha con el 10 %), solicitó en los juzgados mercantiles de Madrid el concurso voluntario de acreedores presionadas por una deuda de 575 millones.
Según la concesionaria, esta decisión ha sido tomada a raíz de la caída del tráfico de la vía y ante el elevado coste de las expropiaciones. Pero debería también admitir que estas dos motivos sólo han acelerado algo que era inevitable. La bancarrota de esta infraestructura, como de las que vendrán próximamente en el resto de autopistas de peaje nacidas bajo la sombra de la burbuja inmobiliaria, se debe a la poca o nula visión de futuro que se tuvo al planificarla. Autopistas que parten de ninguna parte y acaban en ninguna parte y que sirven en realidad para llevarte de un atasco a otro, en lugar de para evitar eso.
La Radial 4, sí, acaba con la conexión de una gran vía, la A-4, pero ¿dónde comienza? En la M-50, por lo que muchos conductores para salir o entrar en Madrid, tienen que soportar el atasco en algún momento para llegar a su destino, más cuando la alta densidad de vehículos se da, casualmente, en ese tramo, en el que va desde la M-30 hasta la M-50. Por lo que, es normal, que muchos conductores eviten coger la Radial 4 una vez sobrepasado este punto.
La Radial 4 se suma así a la concesionaria de la autopista AP-41, que fue la primera en solicitar en mayo el concurso de acreedores en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 y de lo Mercantil de Toledo, y a las R-3 y R-5. Pero la concesionaria de la Radial 4, en una comunicación a la CNMV informó que "el proyecto de la Radial 4 se ha visto directamente afectado por factores ajenos al mismo (reducción sustancial del tráfico previsto, sobrecostes de expropiación, crisis económica...), pero no a que era un proyecto destinado al fracaso desde un principio. Bastante irónico, la verdad.
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