Y mientras, las empresas concesionarias van hundiéndose poco a poco; Si hace unos meses fue la AP-41 Madrid-Toledo la que presentaba concurso de acreedores, este mes de septiembre lo ha hecho la R-4 Madrid-Ocaña y hace unos días las Radiales R-3 y R-5. Y no serán las únicas, pues entre el resto de vías que afrontan un riesgo de quiebra figuran la autopista que une Madrid con el aeropuerto de Barajas, la Cartagena-Vera, la R-2, o la circunvalación de Alicante.
Lo peor de todo es que todas las concesionarias están participadas por grandes grupos constructores y entidades financieras, que con estas pérdidas, arrastran un poco más la economía española hacia el abismo.
¿La solución? Posiblemente la única, la nacionalización, pues mal nos pese, el estado es la responsable subsidiaria de estas infraestructuras. Mejor pagarlas entre todos y que pasen a ser públicas a estar entregando dinero a las concesionarias y que caigan en saco roto.
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