Es bastante frustrante ver como la
clase política, ya sean de un color o de otro, un día digan una cosa, y al
instante, digan y hagan lo contrario, y además, te hagan creer que lo que tú
crees haber oído en un principio ha sido un error, una confusión o simplemente
una artimaña del grupo político contrario que quiere hacerte creer lo
contrario de lo que han dicho. Vamos, que la realidad se parece cada día más a la obra de George
Orwell, 1984.
Ahora, el gobierno, después de subirnos
varios impuestos, pese a prometer que no lo iban a hacer, a recortar servicios
públicos, pese a prometer que no lo iban a hacer, a privatizar empresas públicas, pese a prometer que no lo iban a hacer y a dar dinero
público a los bancos, pese a prometer que no lo iban a hacer, nos vienen con el
cuento del pago de peajes en carreteras públicas que hemos pagado entre todos.
Y es que según el ejecutivo, cuesta
mucho mantener la red viaria competencia del
estado. Y nosotros nos preguntamos ¿Qué red? ¿La que ellos han querido que tengamos? En los últimos veinte años, el
partido socialista y el partido popular dicidieron vertebrar el estado a través
de una red de carreteras y autovías que fomentaran la comunicación, el
transporte y la economía, olvidándose de otros medios. No vamos a entrar aquí
en el debate si el transporte, la comunicación o el comercio es mejor o no por
un medio u otro, pero si que es cierto que se desarrolló un modelo que a día de
hoy se ha mostrado totalmente insostenible económico y medioambiental, porque,
no sólo las Autopistas de peaje han visto reducida su tasa de tráfico, sino que
también las carreteras públicas lo han visto reducido.
Ahora bien, el estado pretende
cobrar peajes a los usarios de las autovías, autopistas y vías rápidas públicas,
pero sin embargo, rescatará con dinero público las autopistas de peaje
privadas. Incoherente.
Hoy mismo ha caido la primera pieza del dominó, la
AP-41, la autopista de peaje Madrid-Toledo, se ha declarado
ante los juzgados de Albacete,
en quiebra. Y esto hará caer a las demás.
Isolux, Comsa, Azvi y Sando,
accionistas de esta autopista (AP-41), no han soportado más la carga de una
infraestructura sin tráfico y proyectada de manera ineficaz y sin visión. La concesionaria ha pedido concurso con una losa
de 530 millones: 380 millones en deuda bancaria y 150 millones en
expropiaciones por pagar. La responsabilidad patrimonial de la Administración
central, en caso de insolvencia, es de 350 millones: 295 millones cubren las
obras y otros 55 millones las expropiaciones, y que pagaremos entre todos.
El sector concesional y la banca que
le ha prestado financiación temen que esta primera quiebra arrastre a una al resto
de autopistas en pésimo estado financiero, como la M-12 que da acceso a Barajas,
o la Cartagena-Vera,
al concurso de acreedores.
Pero, con respecto a este caso, lo más
gracioso es que la autopista, cuyo proyecto fue aprobado durante la última
legislatura de Jose María Aznar, ha tenido dos alternativas sin peaje, la A-42 y la M-407 (desdoblada por
Esperanza Aguirre hasta Griñon). Es decir, un par de opciones, que obviamente han sido más
usadas que la autopista. Por lo que ahora ¿de qué se quejan?
Dicen que hemos conducido por encima
de nuestras posibilidades, pero yo prefiero decir que han gastado por encima de
sus posibilidades…y los que pagamos ahora somos nosotros.
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