El gobierno municipal de Manuela Carmena (Ahora Madrid) creará el próximo año en el distrito de Chamberí la primera gran zona 30 de la capital, en la que la velocidad máxima bajará de 50 a 30 kilómetros por hora. Su intención es extender progresivamente esta limitación a la mayoría de vías de la almendra central. Además, antes de final de este año, pondrá en marcha las Áreas de Prioridad Residencial (APR) que faltan para que todo el distrito Centro esté reservado para sus vecinos y el resto de vehículos sólo puedan circular por las grandes avenidas. De esta forma, el Ayuntamiento profundiza en las restricciones al vehículo privado impulsadas desde hace más de una década por el Partido Popular en el centro de la capital.
Según el plan de movilidad aprobado en diciembre de 2014, con Ana Botella (PP) de alcaldesa, por el 63% de las calles de Madrid pasan menos de 10.000 vehículos al día; en total sólo suman el 15% del tráfico de la ciudad. Eso permite, añadía el plan, poner en marcha iniciativas como las zonas 30 “sin provocar saturaciones”. El 37% restante de vías soporta el 85% del tráfico de la ciudad; son “carreteras urbanas”, en su mayoría de acceso a la almendra central.
Hasta ahora, la principal restricción al vehículo privado en Madrid ha consistido en la puesta en marcha de Áreas de Prioridad Residencial en el distrito Centro. Se iniciaron en 2004, con Alberto Ruiz-Gallardón (PP) de alcalde, y ahora Carmena planea completarlas antes de final de año.
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Botella dibujó además en 2014 una red de 70 kilómetros de ciclo-carriles, marcando con pintura un carril de la calzada con la velocidad limitada a 30 kilómetros por hora para obligar a los coches a convivir con las bicicletas. La exalcaldesa sólo hizo un carril-bici diferenciado de la calzada, en el eje de las calles Mayor y Alcalá, entre Madrid Río y O’Donnell.
Carmena, más desahogada económicamente que su predecesora, ha optado en cambio por potenciar los carriles-bici diferenciados, que si bien no tienen por qué ser mejores que los ciclo-carriles (sus usuarios no se acostumbran, por ejemplo, a convivir con los coches, y su movilidad se circunscribe a los carriles-bici), sí son preferidos por la población al percibirlos como más seguros. Antes de final de año, la concejalía de Desarrollo Urbano Sostenible construirá una red de carriles-bici por las calles de Santa Engracia, Bravo Murillo, Pintor Rosales, Ferraz, Paseo de Moret, Aniceto Marinas, Puerta de Toledo, Antonio Leyva, Avenida de Oporto, Eugenia de Montijo, Avenida de los Toreros, Gran Vía de Hortaleza y Paseo de la Dirección.
En paralelo, y para impulsar el uso de la bicicleta y el transporte público, Carmena quiere restar espacio e importancia al vehículo privado en la almendra central mediante la implantación progresiva de zonas 30 en las que la velocidad máxima se reduzca de 50 a 30 kilómetros por hora. Su objetivo último es “una ciudad central con la mayoría del viario a 30 kilómetros por hora”, según avanzó Carlos Corral, subdirector municipal de Planificación de Movilidad Sostenible. Pero se pondrá en marcha en una zona del distrito de Chamberí a partir del año que viene, según su concejal, Jorge García Castaño, delimitada por los bulevares (Alberto Aguilera, Carranza y Sagasta), Santa Engracia, José Abascal, Cea Bermúdez, Isaac Peral y Princesa.
Las zonas 30 están reguladas en el reglamento de Circulación para dar prioridad a los peatones, aunque el plan municipal de movilidad de 2014 ya reconocía que, con calzadas y aceras diferenciadas, “el peatón no percibe su prioridad y simplemente se produce una disminución de la velocidad”. Según García Castaño, en este caso tampoco se integrarán calzada y aceras (como se ha hecho, por ejemplo, en el corazón de Chueca), pero sí se llevarán a cabo a partir del verano de 2017 “actuaciones flexibles de obra pública”, de acuerdo con vecinos y comerciantes, para restar espacio a la calzada, reordenar el aparcamiento y ampliar las zonas verdes. Se mejorará el transporte público, y se potenciará también el servicio de bicicletas BiciMad.
El gobierno municipal de Manuela Carmena (Ahora Madrid) se ha comprometido ante los ciudadanos y ante la Unión Europea (para evitar una multa por exceso de contaminación) a ampliar las Áreas de Prioridad Residencial a todo el distrito Centro antes de final de año. Así, sólo los vecinos podrán circular por la mayoría de calles de este distrito, y el resto de vehículos tendrán que limitarse a las grandes avenidas.
La Concejalía de Desarrollo Urbano Sostenible está estudiando aún un punto clave en el desarrollo de las APR: si gestionarlas por separado, como hasta ahora (una por barrio: Palacio-Sol, Embajadores, Cortes, Justicia y Universidad), o unificarlas en una.
Esta última opción permitiría a cualquier vecino del distrito (Centro tiene 150.000 habitantes) circular por todas sus calles, independientemente del barrio en el que viva; eso evitaría que quedara aislado en su barrio, viéndose obligado a dar grandes rodeos para llegar al vecino. Sin embargo, segregar la APR en cinco zonas permitiría respetar por su parte una de sus funciones fundamentales: que sólo los vecinos puedan circular y estacionar en su barrio.
Lo que tiene claro ya el Ayuntamiento es que a finales de año todas las zonas de Centro que aún no son APR pasarán a serlo. Eso incluye los barrios de Justicia (Chueca) y Universidad (Malasaña), y la zona de Palacio que no forma parte ya de la APR de Ópera.
El alcalde Alberto Ruiz-Gallardón (PP, 2003-2011) comenzó la implantación de las APR de forma experimental en Cortes en septiembre de 2004; un año después, extendió la restricción al resto del barrio de Las Letras. En julio de 2006 amplió la medida al barrio colindante de Embajadores. Ana Botella (PP, 2012-2015) creó la APR de Ópera en 2014, aunque no se atrevió finalmente a extenderla a todo el barrio de Palacio.
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