domingo, 20 de abril de 2014

Infraestructuras duplicadas

Ya pocos niegan las consecuencias negativas de la burbuja inmobiliaria, pero parecen menos evidentes las de la burbuja de las infraestructuras. El esfuerzo inversor de los sucesivos gobiernos, a lo largo de dos décadas, nos ha situado a la cabeza del ranking de kilómetros de autovía y de tren de alta velocidad por habitante. Triste récord, que nos ha llevado a otras cimas: de la crisis, el paro, abandono escolar y emigración juvenil. El denominado mito de las infraestructuras repite el mantra de que éstas generan riqueza, aunque está demostrado que las infraestructuras que más riqueza generan son las educativas, científicas, culturales, la salud pública... justo las que están sufriendo ahora la mayor destrucción.

El Ministerio de Fomento somete a información pública dos proyectos de ampliación viaria en el Área Metropolitana de Valencia (AMV): el ensanchamiento de la V-21 (acceso Norte a Valencia), y el desdoblamiento del baipás, éste bautizado eufemísticamente como Mejoras funcionales y de seguridad vial y medidas de integración ambiental de la Autovía A-7. El primero inyectaría más tráfico en la ciudad, aunque se justifica por otro proyecto fantasma, que no se atreven ni a cancelar ni a iniciar: el acceso norte al puerto. El segundo, propone crear nuevas calzadas laterales desde Puçol hasta el enlace con la A-3, para separar el tráfico de largo recorrido del puramente local, y se justifica porque «la autovía A-7, a su paso por el área metropolitana de Valencia, soporta un gran volumen de tráfico (...) la confluencia de distintos tipos de tráfico (...) la alta proporción de vehículos pesados, así como la profusión de enlaces, suponen (...) un detrimento de la seguridad vial». Suena razonable, si no fuera porque se sustenta sobre datos falsos: ha estimado un crecimiento del tráfico entre 2009 y 2013, aunque según las publicaciones del ministerio el tráfico ha descendido cada año. Se afirma que es un tramo peligroso, mientras que los anuarios de accidentes no recogen muertos en dicho tramo, pero sí en el resto del baipás, y aún más en los tramos de peaje.

El proyecto afirma que el tráfico local interfiere con el de largo recorrido, cuando aquel dispone de mucho viario interior al AMV. Pero el baipás es su circunvalación, canaliza la distribución del tráfico exterior hacia y desde las distintas poblaciones. Se pretende restringir el acceso a la calzada central sólo desde la autovía de Llíria y la A-3, mientras que desde las carreteras de la comarca sólo se accedería a las calzadas laterales. Las declaraciones de la consellera Bonig defendiendo el peaje en la AP-7, a pesar del reciente anuncio del ministerio de anularlo después de 2019, parecen confirmar la sospecha de que en realidad se pretende la extensión del peaje a este tramo.

El proyecto contempla un crecimiento del tráfico del 30 % entre el 2013 (año base inflado) y el 2030. Esto sería una catástrofe: incremento de ruido, de emisiones contaminantes, y de gases de efecto invernadero, lo cual agravaría el incumplimiento del compromiso español de reducción de emisiones, con las multas y sobrecostes correspondientes.

En un momento coincidente con la quiebra de las autopistas radiales de Madrid, y con las evidencias judiciales de correlación entre adjudicaciones de obras públicas y entradas en la caja B, serían de esperar proyectos mejor justificados, que tuvieran en cuenta los datos reales y consideraran la absorción de tráfico, sobre todo de camiones, que supondrían los proyectos hermanos de ampliación de la V-21 y el acceso norte al puerto. Pero, en realidad, estos también sobran, hay otras alternativas a estas ampliaciones viarias: el corredor ferroviario mediterráneo absorbería gran parte del tráfico de la AP-7, la Euroviñeta (peaje electrónico para los camiones de largo recorrido) incentivaría la transferencia de cargas al ferrocarril, y una gestión on line de las velocidades en la A7 permitiría aumentar la capacidad y la seguridad de las actuales infraestructuras. 

Estas duplicaciones de autovías están bajo sospecha. Son proyectos obsoletos, mal fundamentados, justificados con datos falsos y totalmente insostenibles. Mientras tanto, los proyectos ferroviarios (túnel pasante, variante de mercancías) siguen sin fecha ni presupuesto.

Levante - El Mercantil Valenciano.com 13/04/2014 

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