viernes, 29 de junio de 2012

Contradicciones Ministeriales


Por un lado el Ministerio de Fomento estudia nacionalizar las autopistas de peaje en quiebra, o como eufemísticamente llaman, en riesgo de quiebra, asumiendo el control de estas la sociedad pública SEITTSA, que sería quien asumiría la deuda. Bueno, en realidad, quienes asumen la deuda son los ciudadanos.
Por otro lado, el Ministerio de Fomento estudia también implantar peajes en las autovías y vías de alta capacidad de su jurisdicción con el fin de poder afrontar su mantenimiento. O eso es lo que dicen, pues aunque no lo digan es un secreto a voces que seguro que uno de los principales motivos es  el poder hacer frente a todos los préstamos a las concesionarias de las autopistas en quiebra.
Pero esto cada día se parece más al cuento del Pastor y el lobo. Llevamos ya casi medio año escuchando los mismos rumores de la intervención del estado sobre las autopistas y pasan los meses y las autopistas en quiebra técnica: las cuatro radiales, la AP-41 (Madrid-Toledo), que recientemente solicitó el concurso de acreedores; y la M-12 (Eje Aeropuerto),  siguen recibiendo dinero del gobierno. Sin ir más lejos, hace sólo dos días, el Gobierno anunció que daría 290 millones de euros más, a través de préstamos participativos, a las concesionarias en riesgo de quiebra.  La ministra del Ministerio de Fomento, Ana Pastor, volvió a explicar que estas autopistas de peaja estaban en una situación “insostenible” debido al descenso del tráfico (el tráfico de las autopistas de peaje de España ha registrado una caída del 5,6% en 2011, y se sitúa a niveles de 1998) y al coste extra de las expropiaciones (que en muchos casos se ha disparado hasta un 175%). Pero sigue sin hacer autocrítica y anunciar que el principal responsable de esta situación es el gobierno que ideó este modelo (casualmente el mismo que está ahora en el gobierno).
Y es que a todos los españolitos nos tocará, o ya nos tocando, pagar el capricho de los políticos que esa gran visión de futuro y aires de grandeza. Y sólo nos va a costar unos 3.000 millones de euros, como mínimo, para “salvar” al sector, cifra que el Ministerio apunta a que con esto se facilitaría la entrada de capital privado. Pero ¿Y de qué serviría la entrada de capital privado sin estas autopistas ya están en manos privadas y no han funcionado? Bastante contradictorio ¿no?

jueves, 28 de junio de 2012

El listo de Salvador Alemany


Que una de las  causas de la crisis actual en España es la explosión de la burbuja inmobiliaria no lo duda nadie. Que otra de las causas sea, como dicen algunos políticos del gobierno, que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” ya es más dudoso. La unión entre el capital financiero (banca, cajas de ahorro, compañías de seguros y otras instituciones financieras), el sector inmobiliario y la clase política dirigente crearon tal burbuja. Y es que en los últimos diez años se han construido en España más viviendas que en el conjunto de Francia, Gran Bretaña y Alemania. Y pese a esto, que según toda lógica, hubiera creado un mercado de casas y viviendas a la baja, , los precios se dispararon el 150%, subiendo mucho más rápidamente que los salarios, y ello como resultado de una abusiva especulación. Tanto la banca, las cajas, las constructoras y la clase política (no hay nada más que ver los numerosos casos de corrupción urbanística que salpican la geografía) se enriquecieron con todo esto. Y mientras la distancia entre los precios de la vivienda y los salarios crecía, intentándose llenar con el crédito, el índice de endeudamiento de las familias, crecía al mismo ritmo.
Ahora, en el momento que la banca española tiene que devolver el dinero prestado por los bancos alemanes fundamentalmente, el estado, con tal de evitar la caída del sector financiero, presta dinero a éstos y somete a  enormes sacrificios a las clases populares. Y aún estamos al principio. Se volverá a subir el IVA, se recortarán más servicios públicos, y, todo hace prever que hasta movernos de un punto a otro de la geografía, se nos hará caro.
El Ministerio de Fomento ya anunció hace unos meses que estaba estudiando el imponer peajes en las carreteras de alta capacidad propiedad del estado; seguidamente la Comunidad de Madrid se abalanzó sobre esta idea, y ahora, son las empresas privadas las que instan a este modelo con la idea de salvar sus paupérrimas economías sobre las que invirtieron, como fueron las autopistas de peaje.
Salvador Alemany, el presidente de Abertis, la gran concesionaria de algunas de las radiales, y de casi la mayor parte de las autopistas de peaje del norte de España, defiende que se generalice el cobro peajes en toda la red de carreteras del país, de forma que las autovías hasta ahora gratuitas pasen a ser de pago: "El pago por uso se está implantando en toda Europa y necesariamente se tiene que imponer también en España”, justificando que el dinero público hoy en día no es suficiente para mantenerlas. Pero ¿es esto cierto? Pues no del todo. Si que es cierto que, al igual que el transporte público, el usuario que lo utiliza, ayuda a su mantenimiento, pero hay dos cosas que echan por tierra esto. Por un lado que ya se pagan suficientes impuestos para este fin y, por otro, ¿es necesario que el ciudadano tenga que pagar la amplia red de vías de alta capacidad que en muchos caso ni tan siquiera está dimensionada para un volumen de tráfico tan pequeño? 
Al final este modelo, permitirá aliviar la situación de las autopistas en dificultades o en quiebra, ya que, cualquier persona que se enfrente al dilema de pagar por una autopista privada de buena calidad o por una pública de peor calidad, optaría por la primera en la mayoría de los casos.
Alemany también comentó que "Además, los ciudadanos no entienden que tengan que pagar en una autopista y puedan circular gratis por una autovía que hace un recorrido prácticamente igual", obviamente, el ciudadano lo que no entiende es por un lado que además de pagar el rescate de las concesionarias con su dinero, tenga que, a partir de ahora, pagar por algo que ya paga, es decir, hacer un re-pago.
Desde luego, Alemany, su lógica es aplastante.

Para el contribuyente, todo es sistémico

Si fuese 28 de diciembre, la idea de rescatar con cargo a dinero público unas autopistas privadas construidas en paralelo a autovías gratuitas parecería una broma. Pero no lo es. Contamos hoy en el periódico que las cuatro radiales de peaje que salen de Madrid serán nacionalizadas por el Estado, que asumirá su deuda. La solución que se les ha ocurrido a nuestros líderes es asombrosa: poner peajes en las autovías que son gratuitas para compensar a las empresas que hicieron autopistas de pago en paralelo a éstas, dado que (oh, sorpresa) apenas nadie circula por ellas. O eso, o cobrar la gasolina más cara a todos los españoles. Lógico.
Por la autopista R-5 y la R-3 no llegan a circular 10.000 vehículos al día, por la R-4 menos de 7.000, por la R-2 apenas 7.800, siempre según el dato de Fomento de Intensidad Media Diaria. El acceso de peaje al aeropuerto madileño tine más tráfico, en torno a 18.000 vehículos. Pero por el tramo Ocaña-La Roda, de 127 kilómetros, menos de 4.000 en 2011 y menos de 2.000 en febrero. Las autopistas se planearon con tráficos de 30.000 a 40.000 vehículos.
La verdad, se me escapa la lógica económica de este rescate. Quien tuvo la idea de construirlas fue el sector privado, con el entusiasta apoyo de la administración madrileña y el dinero de una banca que entonces prestaba dinero para cualquier cosa. Todo el mundo tiene derecho a equivocarse. Pero debería correr con las consecuencias. 

Seguramente se puedan encontrar argumentos, legales o financieros, para el rescate de las autopistas. Sin duda. En los grandes despachos hay más imaginación de la que piensan ustedes. Si quieren, les adelanto alguno. Los problemas en las grandes constructoras tendrán un efecto sobre el empleo en las empresas que subcontratan. Los bancos que hayan concedido los créditos tendrán problemas. Los inversores se lo pensarán dos veces antes de prestar a empresas españolas. Hay cláusulas legales protege a los propietarios de las autopistas de sufrir pérdidas. 
Tamién hay argumentos para defender que haya que salvar a la banca a cualquier precio. Para que los tenedores de deuda de entidades que van a necesitar decenas de miles de millones de euros que pondremos usted y yo cobren, puntualmente y sin retraso, los intereses y el principal. Una idea que tenía poco sentido hace unos años, pero ahora es directamente absurda: España ya es la preocupación principal del mundo financiero, sufrimos una fuga de capitales brutal, el crédito está cerrado y vivimos del BCE. ¿Cambiaría mucho esta percepción aplicar una quita a los tenedores de deuda? Yo estoy seguro de que no, pero para nuestro Gobierno una liquidación ordenada de una entidad es un tabú. 
No es tan difícil como parece. Marc Garrigasalt contaba cómo se liquida un banco en Estados Unidos. Desde 2008 se han liquidado más de 400, con unos activos totales de 677.000 millones de dólares. El coste para el fondo de garantía estadounidense apenas ha superado los 80.000 millones. 
Es más, si yo fuese inversor extranjero me preocuparía más el compadreo entre políticos, banqueros y constructores que una eventual quita de la deuda. Pero bueno, igual es cosa mía. Igual es que no me entero muy bien y realmente unas autopistas vacías son un riesgo sistémico. Tanto riesgo, y tan sistémico que hay que recortar en educación, investigación y sanidad antes de permitir que una autopista sin coches quiebre.
Si ahora usted, querido lector y contribuyente, se pregunta qué significa eso de ser sistémico, se lo voy aclarando. Un proyecto de investigación no es sistémico. Se cancela, se despide a los científicos y no pasa nada, que inventen otros. La sanidad no es sistémica. Si hay que pagar por un medicamento contra la migraña, usted se lo paga. O si no, se fastidia. Si no puede matricular a su hijo en la Universidad porque las tasas han subido, pues que busque trabajo de camarero. Que hay que apretarse el cinturón y hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Coste-beneficio
Por el contrario, cuando una cosa es sistémica todo lo anterior no vale. Al igual que los campos gravitatorios alteran el espacio-tiempo (o algo así dijo Einstein), los entes sistémicos alteran las relaciones coste-beneficio. El coste suele medirse en miles de millones de euros y los intangibles beneficio suelen pasar por librar a la sociedad occidental de una serie de hipotéticas plagas que poco menos nos retrotraerían a la era preindustrial. Eso es ser sistémico. Lo malo es que, a medida que avanza la crisis, hay más cosas sistémicas.

Fomento contempla nacionalizar las radiales por un euro más la deuda

Altos cargos de Fomento cuentan con un mapa de la Comunidad de Madrid con 600 puntos marcados en las autovías que parten de la capital hacia todos los rincones del país. Corresponden a otros tantos pórticos que podrían ser instalados en esas carreteras de alta capacidad, hoy de tránsito gratuito, si finalmente se apuesta por el peaje explícito en las carreteras de alta capacidad. A través de esos pórticos se controla quién utiliza la vía y cuántos kilómetros recorre, para después cargar la factura en una cuenta bancaria.
El mismo plan contempla la nacionalización de las autopistas de la región en riesgo de quiebra: las cuatro radiales, la AP-41 (Madrid-Toledo) y la M-12 (Eje Aeropuerto). Fomento utilizaría la sociedad pública Seittsa para hacerse con cada una de esas infraestructuras por un euro y la deuda que soportan.
La radial 2, operada por Ferrovial, tiene créditos por 421 millones; las radiales 3 y 5, en manos de Abertis, cuentan con 649 millones de deuda; de la radial 4, de Ferrovial y Sacyr, cuelgan otros 555 millones. Al margen de estas autopistas, la AP-41, participada por Isolux, Comsa y Azvi, ha ido a concurso de acreedores con 366 millones. Y la M-12 de OHL declara una deuda de 227 millones. Solo en estas carreteras madrileñas, el Estado tendría que cargar con 2.220 millones.
El actual riesgo de impago de los créditos, por la falta de ingresos de las autopistas, amenaza a toda la banca nacional y a las más destacadas entidades extranjeras. Fuentes solventes explican que las autopistas nacionalizadas, así como las autovías reconvertidas en peajes, se integrarían en una empresa denominada Carreteras de Madrid. De este modo, Fomento manejaría la caja generada tanto para pagar el mantenimiento de esas infraestructuras como para atender al servicio de la citada deuda. La intención del Gobierno sería sacar a concurso estos activos en cuanto fuera posible para hacer caja y soltar la deuda.
Una segunda alternativa con peso es que el Gobierno afronte el pago de la Responsabilidad Patrimonial de la Administración en cada una de las concesiones fallidas y se quede, del mismo modo, con su titularidad. Y en tercer lugar, hay defensores en Fomento que optan por gravar el combustible para mantener las carreteras. Sobre la nacionalización de infraestructuras existen antecedentes. La Empresa Nacional de Autopistas rescató a las concesionarias Audasa, Aucalsa y Audenasa en 1984. El Estado se comprometió a reintegrar a los accionistas el capital invertido, pero a fecha del vencimiento de las concesiones y en pesetas corrientes. El Estado pagó 1.700 millones de euros por las tres concesionarias y posteriormente las privatizó en 1.580 millones, evitando el descrédito del sistema concesional ante los inversores.
En Fomento aseguran que no hay decisión final, pero que es clave zanjar el problema antes de que a finales de julio se presente el plan de inversión en infraestructuras Pitvi, en el que tendrá un papel decisivo el capital privado. En todo caso, la decisión de vender autopistas al Estado dependerá de las concesionarias.
Al parecer, para la levantina AP-7, en sus tramos Cartagena-Vera, Alicante-Cartagena o en la circunvalación de Alicante, operados por Globalvía, Ploder o ACS, se analiza una solución basada en la integración en concesiones maduras y solventes, como lo es Aumar (Tarragona-Alicante) en manos de Abertis.

miércoles, 27 de junio de 2012

Pago, no pago o repago


“Entre una carretera y una autopista de pago, yo escojo la de pago”, con esta rotundidad habla en una entrevista María Seguí, actual directora de la Dirección General de Tráfico en una entrevista que concede a ElPaís.
A esto, habría que hacer una réplica y decir “Usted ya paga por conducir”. No sólo con impuestos indirectos en el carburante, sino con tasas como el Impuesto de circulación. Quizás la directora de la DGT quería haber dicho, entre una carretera costeada con mis impuestos a una carretera costeada con lo que los usuarios pagan por usarla, escojo la segunda. Esto estaría más en línea del actual gobierno.
María Seguí se excusa en que así se viaja en vías “más seguras” y se puede escoger entre pagar o ir en transporte Público. Eso está muy bien, Sra. Seguí, siempre que la administración vele por fomentar el transporte público, caso que tal como vemos hoy mismo, eso es lo contrario que, por ejemplo, está haciendo la Comunidad de Madrid, subiendo los precios del transporte.
Por otro lado, nos quedamos con una frase que en una entrevista que se ha hecho al Secretario de Estado de Infraestructuras, Alberto Catalá, adelanta: "El usuario pagará por el mantenimiento de las autovías".
Entonces, ¿En qué quedamos? ¿Tengo la oportunidad de viajar por una carretera construida y mantenida por mis impuestos o, además de pagar impuestos, debo pagar, o mejor dicho repagar por usar una autovía o autopista, sea esta de ámbito público o privado?

¿Seguimos quejándonos o avanzamos?


Esto es una tomadura de pelo. ¡Si! ¡Así de contundente y de claro! Y es que no sólo no se deja caer a los bancos que son los que nos han traído hasta esta situación de recortes de servicios públicos y subidas generalizadas de tasas e impuestos, sino que tampoco a las concesionarias de infraestructuras privadas.
Porque no olvidemos que en épocas de vacas gordas, los beneficios se reparten solidariamente entre los accionistas, pero en épocas de vacas flacas, vacas huesudas o vacas al borde de la inanición, las pérdidas se reparten solidariamente entre todos, accionistas y no accionistas. Una filosofía bastante ventajosa ¿no? Si gano, todo para mí, si pierdo, a repartir entre todos.
¿Quién tiene la culpa de esto? Podríamos apuntar directamente a Áznar con aquella mítica frase durante la inauguración de la primera Radial, la R-2, anunciaba como un nuevo mesías que España con este tipo de infraestructuras ya no era un país viejo y atrasado que no dejaba de quejarse y que pasaba por la puerta grande a ser un país moderno y próspero.
O podríamos apuntar a Rodríguez Zapatero que durante dos legislaturas no sólo no movió ni un dedo para adelantarse a lo que se le venía encima sino que abrió el cajón para cubrir las deudas de las concesionarias de las autopistas.
Quizás la culpa sea de los consejeros de las grandes constructoras que confiaron en que el crédito fácil iba a mantener siempre a la gallina de los ladrillos de oro siempre en alza y que, con la construcción y explotación de las autopistas iban a ganar dinero indefinidamente.
Quizás la culpa es nuestra por ser egoístas, avaros y tacaños y preferir las autovías que ya pagamos con nuestros impuestos a las autopistas de peaje. No sé, quizás sí, sea nuestra culpa por “haber y conducido por encima de nuestras posibilidades” o quizás por callarnos y no haber respondido rotundamente con un ¡No! al derroche político.
Sea de quien sea la culpa, lo que hay que hacer es mirar hacia delante, y acabar tanto con los créditos, préstamos o como diablos les llamen a las concesionarias, por mucho que el estado sea responsable subsidiario de dichas infraestructuras y, sobre todo, con los nuevos proyectos faraónicos de otros políticos que quieren emular a los que diseñaron en Moncloa la actual situación económica y social.

Las autopistas lo explican todo

Quienes no seáis de Madrid es difícil que os hagáis una idea de en qué estupidez consisten las “autopistas radiales“. Recordaba El País  ayer que Aznar inauguró las radiales afirmando que eran “una de las infraestructuras más importantes de los últimos años” que mostraban que “ya no somos el viejo país atrasado que se queja, sino un país moderno y próspero”. Normalmente las autopistas de peaje corren en paralelo a carreteras antiguas de un solo carril por sentido y que no cambian en ningún caso un puerto por un túnel. Es lo que hace que valga la pena parar un minuto para pagar algo. Las radiales de Madrid en cambio van en paralelo a autovías gratuitas de dos y en ocasiones tres o cuatro carriles por sentido que no tienen ningún problema. Uno puede elegir entre hacer un recorrido gratis y hacer el mismo recorrido pagando. Se supone que por lo que se paga es por evitar el atasco de la gratis: el atasco para los pobres. Pero lo cierto es que esos atascos de las viejas operaciones salida se producen como mucho una o dos tardes al año y nadie garantiza que en tales ocasiones también esté atascada la autopista de pago. Ir por una radial básciamente es decidir pagar por algo que tienes gratis. Y la gente, que es de natural tacaño, elige gratis. Y los señores de las autopistas (las constructoras) no ingresan.
Son nuestro aeropuerto de Castellón o de Ciudad Real.
Hace un par de días volvió a la luz una noticia que se reitera cada pocos años: entre todos vamos a poner dinero para ayudar a las concesionarias de las radiales, que no hacen el negocio que preveían pese a que la luminaria de las Azores explicó al inaugurarlas que “abrirse a nuevas fuentes de financiación de iniciativa privada no solo aporta fondos, sino que imprime una gestión más eficaz“. Y con esa tacañería nuestra que nos llevó a optar por el gratis total en vez de aprovechar esa eficacísima gestión nos quejamos de que Aznar no nos avisara de que se refería a fuentes de financiación pública para la ruinosa iniciativa privada.
El rescate a las constructoras de las autopistas tiene una virtud que no deberíamos infravalorar: es sumamente pedagógica. Permite de un plumazo comprender exactamente en qué consiste el rescate de los bancos y en qué la condena de las comarcas mineras.
Nos dijeron que había que rescatar a los bancos no por sus accionistas ni sus consejeros sino por esa lastimosa anciana que tiene sus ahorros en una cartilla gracias a que no fue a la oficina bancaria el día en que la iban a convencer de que pusiera esos ahorros en preferentes. Nos dijeron que no rescatar a los bancos sería un desastre para los pequeños ahorradores, esa supuesta clase media que tanto preocupa. ¿Y las constructoras de las autopistas de peaje? ¿Qué excusa tenemos ahora? Si alguien tiene sus ahorros puestos en las autopistas son sólo los accionistas que jugaron a ganar dinero si el negocio iba bien asumiendo que lo perderían si iba mal. En general quien pueda haber perdido dinero serán las grandes fortunas del ladrillo propietarias de las constructoras. La prioridad no era esa vieja con libreta sino las grandes fortunas del país. Si la prioridad fuera la vieja con libreta se podría haber cubierto sus ahorros sin rescatar el conjunto del banco, pero ella era una simple excusa para salvar a esa élite empresarial que nos ha llevado a la ruina dos veces: primero porque aquella iniciativa privada no era tan eficaz y segundo porque su ineficacia la pagamos con financiación pública (eso que llamábamos papá Estado cuando servía para ayudar a la vieja de la libreta). Si se hubieran rescatado los bancos pensando en los pequeños ahorradores ahora se habría dejado desplomar las autopistas porque no hay nada de eso en juego. Era mentira.
No hay dinero para mantener las minas de carbón, dicen. Lo que falta son 200 millones de euros. Cabe pensar que hace falta un nuevo modelo energético pero ese no es el asunto (también se está mandando a la mierda la inversión en energías renovables). Ninguna comarca (salvo acaso alguna calle de La Moraleja) entrará en depresión si se cierran las autopistas radiales. En cambio varias comarcas enteras se hundirán si se cierra la explotación del carbón: la ruptura de los acuerdos se hace sin haber llevado a cabo ningún plan de reconversión de las comarcas, simplemente se desmantela lo que les da vida económica, la mina, se lleva a la miseria a comarcas enteras por 200 millones. Aproximadamente dos tercios de los 290 millones que vamos a poner para que los constructores de las radiales no pierdan dinero.
No todo son desventajas en el rescate de las autopistas. Tiene la virtud de la obscenidad que hace tan evidente en qué consiste lo que nos están haciendo. Es una agresión de clase del 1% (banqueros, constructores) frente al 99%. No hay más: ni pequeños ahorradores, ni modelo energético ni gaitas. Hay que ponerlo todo para rescatar al 1%. Es lucha de clases. Y la van ganando.