domingo, 28 de septiembre de 2014

Francia denuncia la escandalosa rentabilidad de las autopistas privatizadas que compró Abertis

Abertis tiene una vaca lechera en Francia, al igual que las otras dos sociedades, en este caso francesas, Vinci y Eiffage, que compraron la red de autopistas privatizada en el año 2006, y el Estado tendrá que poner  freno a este gran negocio limitando las subidas de tarifas en beneficio de los usuarios. Esta es la conclusión de un informe preparado por las autoridades francesas de Competencia a petición de la comisión de Finanzas y Presupuesto de la Asamblea.


El informe denuncia la falta de controles sobre un negocio, en el que apenas corren riesgo las concesionarias, un elemento que también ocurre en España, donde el Estado asume las quiebras por tener la responsabilidad patrimonial, en contratos claramente sesgados a favor del concesionario. Más sangrante, cercano a lo delictivo, fue el contrato de concesión y construcción del almacén de gas Castor firmado con ACS, que la compañía de Florentino Pérez devuelve al contratista previo cobro de 1.400 millones de euros.



Hay que tener en cuenta que el negocio francés de Abertis es muy relevante en el conjunto del grupo. Gestiona en el país vecino más kilómetros que en España, aunque la mitad que en Brasil. Siendo el segundo mercado por kilómetros de autopistas de peaje, Francia es el primer mercado para Abertis en cuanto a cifra de negocios, según el informe. Sostiene éste que la empresa española factura 1.566 millones en el Hexágono, lo que representa el 38% del total consolidado de las autopistas de peaje, 4.139 millones el año pasado. Desde que adquirió dos de las concesionarias privatizadas, Sanef y Sapn, en 2006 y hasta el pasado ejercicio, el negocio francés le ha reportado en torno al 45% del Ebitda que genera el negocio de autopistas de peaje.


El informe denuncia que las tarifas se han incrementado el 1,97% anual, frente al 1,66% del IPC desde que se privatizaron. La rentabilidad resulta escandalosa, con un margen neto de hasta el 24% y merecería la pena que se hiciera un estudio similar en España, donde las constructoras hacen doble negocio, construyendo la autopista y explotándola, lo mismo que ocurre en Francia con Vinci y Eiffage.



Con un margen bruto que supera en muchos casos el 70%, mientras que los negocios de las telecos  apenas llegan al  30% y no alcanzan los dos dígitos el del automóvil y otros sectores maduros, las concesionarias de autopistas, tras pagar pocos impuestos por la desgravación que hacen de los gastos financieros,  éstos sí cuantiosos porque mantienen la deuda muy alta y las inversiones, se plantan con un margen neto superior al 20%. Consiguen de esta forma darse unos dividendos muy altos, 14.600 millones desde 2006, un 136% del beneficio, endeudándose más,  con los que las matrices pueden pagar fácilmente la deuda de la inversión que les supuso comprar al Estado francés las carreteras. Apalancan las concesiones para que la matriz pague deudas.


Aunque ya tras otro informe del Tribunal de Cuentas francés se levantaron voces de políticos de la izquierda reclamando la nacionalización de estos negocios, el blindaje jurídico de los contratos hace muy complicado pagar un justiprecio bajo que rentabilice la nacionalización. Competencia sí señala otros caminos para defender al Estado. En primer lugar puede presionar a Vinci y Eiffage con la obra pública porque son constructoras, no así a Abertis, y en segundo lugar con la renegociación de un plan pactado con las concesionarias para que éstas inviertan 3.600 millones a cambio de ampliarles la concesión entre 3 y 6 años.


Se echa en falta un estudio similar a éste en España, donde las constructoras han hecho una fortuna con las autopistas rentables y han dejado un agujero de miles de millones con las no rentables. Más aún ahora que Fomento ultima el rescate de una decena de autopistas asumiendo una deuda cercana a los 2.500 millones de euros. El negocio de autopistas privadas sólo existe en Europa en los países del Sur, España, Italia, Portugal y Francia. Son del Estado en Austria, Alemania, Dinamarca, Irlanda, Noruega, Holanda y Bélgica. La reciente victoria electoral del centroizquierda en Suecia reabrirá el debate de las privatizaciones de servicios públicos e infraestructuras ya que están siendo cuestionadas por los socialdemócratas, que se supone van a gobernar.

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