martes, 23 de octubre de 2012

Cuando éramos ricos: las malas inversiones en transporte de Madrid

Ante las subidas de impuestos y la reducción de servicios públicos, la ciudadanía se niega a asumir esa especie de “culpa colectiva”. El manido dogma de hemos vivido por encima de nuestras posibilidades es reemplazado por la búsqueda de culpables directos, especialmente en lo referente a infraestructuras mal planificadas. Un tema recurrente en estos tiempos, cuya máxima expresión se muestra en la denuncia de programas como Salvados.
El sector del transporte no ha sido ajeno a dicho derroche, sino protagonista. A continuación mostramos unas pinceladas sobre obras magníficas que hoy son infrautilizadas, todas ellas con varios puntos en común.

Autopistas de peaje vacías: Madrid, que hasta hace poco tenía sólo un tramo de peaje (los túneles del Guadarrama), se ha plagado de nuevas vías de pago pensadas como una alternativa a los tramos más congestionados de nuestra red. Casi diez años después de su apertura, apenas han logrado el 25% de la demanda prevista en origen. 
 

Una desierta autopista R-5. Foto: cincodias.com

Las causas son varias:
  • Suponen más kilómetros de recorrido, ya que la línea recta es recorrido las nacionales originales. Y por ese rodeo, resultan ineficientes fuera de las horas punta.
  • Crean una brecha social: el atasco sólo para los pobres.
  • No aportan valor añadido al sistema de transportes: no son atractivas para mercancías y tampoco benefician al transporte público.
  • Todas ellas mueren en la M-40, menos la R-4 que lo hace en la M-50. En realidad no solucionan la entrada a Madrid, sólo permiten llegar antes al atasco.
  • Además, la revisión de los costes de expropiación ha supuesto el hundimiento de las empresas concesionarias, que pese a ser rescatadas por el estado se enfrentan a una difícil solución. Para algunos especialistas, la única salida pasa por establecer el peaje universal en todas las vías de alta capacidad, como ya ha sucedido en Portugal.
  • Pese al fracaso del modelo, la Comunidad de Madrid y ahora también, el Ministerio de Fomento, insisten en ejecutar la R-1, de dudosa demanda visto el resultado en las otras. Entre los grandes fracasos, el premio se lo lleva la M-12, la autopista de acceso a la T4: preveía 20.000 vehículos/día y apenas llega a 2.000.
(...)
 
Estas obras, junto a muchas otras como aeropuertos o líneas de alta velocidad, suelen tener puntos en común, recogidos en la ecuación de las megainfraestructuras:
  • Una sobreestimación de los beneficios, ya sean directos (estimaciones de usuarios que no se cumplen) como indirectos (riqueza, crecimiento, puestos de trabajo…)
  • Una subestimación de los costes de construcción y explotación, que terminan siendo superiores a los previstos inicialmente.
  • Una ignorancia del impacto ambiental de la infraestructura, buscando triquiñuelas para burlar las Declaraciones de Impacto Ambiental. La M-30 o la M-501 son buenos ejemplos, obras necesarias pero ejecutadas por la vía rápida y en ocasiones, ilegalmente.

Juntando estos puntos, se ha aprobado la viabilidad de muchos megaproyectos que, una vez construidos, han resultado ser un fiasco. ¿Caeremos en el mismo error cuando volvamos a ser ricos?


EcomovilidadMad.net 19/10/2012

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