lunes, 27 de mayo de 2013

Ocho mil conductores al día han dejado de usar la autopista AP-7

Las autopistas continúan vaciándose de coches. Al mismo tiempo en que la crisis no amaina, el paro aumenta, las empresas desaparecen y el transporte se resiente, también los conductores renuncian a usar vías de pago. Sólo hay que echar un ojo a la intensidad media de vehículos por la autopista AP-7. En los dos últimos años, 8.180 conductores diarios han dejado de usar el tramo que va de Barcelona a Tarragona, pasando de los 43.508 usuarios del primer trimestre de 2011 a los 35.328 del mismo periodo para 2013.


La pérdida en el último año ha sido de 2.511 vehículos, lo que supone un 6% menos respecto al ejercicio anterior. El balance es un reflejo más de la gran depresión, como indica Josep Lluís Aymat, presidente de la Federació d’Autotransport de Tarragona (Feat): «En las autopistas confluyen varios factores, como la bajada brutal de la actividad económica también a nivel de mercancías, que se ha reducido entre un 40 y un 42% en Tarragona desde que empezó la crisis. Eso es perfectamente congruente con la disminución del consumo de combustible o del negocio de las autopistas en general».

Así, el volumen de negocio del transporte en la provincia ha bajado más de un 20%. «En España han desaparecido 90.000 vehículos autorizados para el transporte», añade Aymat, que aporta otro dato contundente del sector: «En estos años han desaparecido 400 empresas en Tarragona que estaban afiliadas a la Federació. Esto ha sido un cataclismo y se nota en el menor tráfico en las carreteras». En la provincia los datos hablan por sí solos: si en 2007 circulaban 22.990 vehículos autorizados para el transporte en carretera –la mayoría, de mercancías–, en 2011 la cifra es de 8.886, un 61% menos, según datos del Departament de Territori i Sostenibilitat ofrecidos en Idescat.

Las estadísticas también certifican una disminución sostenida del tráfico de vehículos pesados. De media pasaron 8.212 vehículos pesados por la AP-7, según los datos del año pasado. Una diferencia muy notoria respecto a los 13.125 de 2007, por ejemplo. Si la perspectiva se amplía, la panorámica de la crisis deviene aún más espectacular: en 2007 se llegó al máximo de usuarios en la AP-7 en Tarragona, hasta alcanzar los 66.217 de media anual, un 34% más que actualmente –el dato medio del año pasado fue de 43.692 conductores–. 2007 fue el clarísimo punto de inflexión. A partir de ahí vino el descenso, más o menos sostenido: 58.198 usuarios de media anual en 2008, 54.446 en 2009 y 52.323 en 2010.

Algunas empresas optan por ir por la Nacional para ahorrar dinero. «Voy unas tres veces por semana y últimamente prefiero ir por la Nacional para ahorrarme dinero y porque tampoco puedes aprovechar la autopista para correr», comenta un camionero. «Intentas buscar alternativas pero es difícil porque aquí el uso de autopistas no se ha articulado como una opción más, sino que es casi obligatorio por una carencia de infraestructuras. Las nacionales se han quedado obsoletas y la utilización de la autopista se ha convertido prácticamente en una obligación, no en una elección libre que te dé un plus de rapidez», denuncia Aymat. «Los transportistas que no llevan mercancía peligrosa o urgente, que están obligados a ir por la autopista, se van por carretera, que les sale más barato», comenta un transportista tarraconense.

Pero este lustro de descenso continuado en el tráfico de autopistas no es reflejo sólo de la debacle del transporte. Influye también el paro –a menos trabajo, menos desplazamientos– y también los recortes en el ocio. Con la crisis nos movemos menos. En verano, esta vía ha perdido 6.000 conductores al día en el último año. De los 66.987 vehículos registrados en julio de 2011 a los 60.501 del año pasado. Y más o menos la misma proporción de reducción se dio en agosto, el mes con más desplazamientos: de 69.495 a 63.913. En términos generales, en cada periodo vacacional la crisis hace su efecto en las operaciones de tráfico. Según la DGT, este año hubo en España por Semana Santa medio millón menos de desplazamientos por carretera. El precio del carburante también es un factor influyente.

También el tramo de AP-7 entre Tarragona y Valencia sufre la reducción del tráfico. Con 16.511 usuarios, registró un descenso de un 15,5% en 2012, que se añade al 6% que ya bajó en 2011 respecto a 2010. En total, es un retroceso del 21% en los dos últimos años, al que se agrega un 12% en lo que va de 2013.

El problema va más allá de Tarragona y de Catalunya. De hecho, es más grave en el resto de España, donde las autopistas se desvelan como un despilfarro cuya gestión es difícilmente asumible. Si Catalunya ha amortizado más que de sobras las inversiones iniciales en sus vías de peaje, en España hay al menos 10 carreteras en quiebra al borde del rescate por parte del Estado.

Algunos datos ilustran la gran burbuja de las infraestructuras. Se calcula que las concesionarias gastaron 5.601 millones en poner en marcha las autopistas y que apenas recuperan el 1% anual de su inversión.

La explotación de terrenos disparó los presupuestos y la recesión hundió la demanda: 751 coches al día circulan por la AP-41, cuando se pronosticaba que la usarían 25.000. Se calcula que 80 años tardarían como mínimo las llamadas ‘autopistas tóxicas’ en pagar sus deudas, aunque dedicaran a ello todos sus beneficios. Estas autopistas deficitarias han visto caer el 48% de su tráfico entre 2008 y 2012. En 2013 continúa hundiéndose un 15%. Funcionan a menos del 20% de su capacidad.

Un dato refleja el socavón que sufren buena parte de las autopistas españolas. La que va de Madrid a Toledo gastó sólo en personal 2,7 millones en 2011, una cifra que supera su balance de negocio: 2,6 millones.

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