viernes, 3 de mayo de 2013

A más velocidad, más peajes

Se está tramitando un proyecto de real decreto mediante el que, entre otras cuestiones, el Gobierno viene a modificar los límites de velocidad en vías interurbanas. En principio se estudia reducir los límites en carretera e incrementarlos, cuando las condiciones lo permitan, en autovía y autopista. Así, en vías rápidas se podrían permitir 130 km/h, en carreteras con arcén de 1,50 metros se rebajaría a 90 km/h y en ciertas carreteras quedaría en 70 o incluso 50 km/h.

Los límites de velocidad varían mucho de unos lugares a otros, como he podido comprobar conduciendo por más de treinta países. Las diferencias no responden en muchas ocasiones a criterios lógicos. Más bien parecen incidir cuestiones culturales e idiosincrásicas. Se da el caso de que en Estados Unidos los límites de velocidad dependen incluso de cada estado.

El personal celebrará que se aumenten las velocidades en autopista y autovía, pues suele opinarse que los límites existentes son exiguos para los vehículos actuales. Sin embargo, pocas críticas se oyen sobre las posibles rebajas de velocidad en carretera. No recuerdo haber visto muchas limitaciones genéricas de 50 km/h en vías secundarias, aunque sí que las hay de 70 u 80 en países de nuestro entorno. Ahora bien, a nuestras carreteras anchas de 1,50 metros de arcén, en general muy aceptables y de mayor seguridad que las vías convencionales de muchos países, no me parece normal que se les rebaje el límite. En estos años de crisis han incrementado su tráfico, principalmente cuando son alternativa a las autopistas de peaje. Es verdad que tienen travesías y rotondas, que son más inseguras, pero no se paga por circular por ellas. Y en España los peajes de las autopistas no son baratos. 

Surge la cuestión de si los posibles incrementos de velocidad afectarán por igual a las autovías, que no tienen las mismas condiciones de seguridad, o básicamente a las autopistas de peaje, y, más aún, a las que tienen la competencia de las carreteras anchas. Si es así, la diferencia de velocidad máxima entre estas carreteras y las autopistas de pago pasaría de 20 a 40 km/h. Se favorecería el ahorro de tiempo en las vías de peaje, pero se perjudicaría aún más el bolsillo de los muy esquilmados conductores. Por ello, hay que preguntarse si, con el pretexto de permitir una ansiada mayor velocidad, no se estará pretendiendo incrementar el tráfico y la facturación de las autopistas de peaje, a costa de las sufridas clases medias y de los pequeños y medianos transportistas.

Levante - El Mercantil Valenciano.com 22/04/2013

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