martes, 8 de enero de 2013

La agonía de las Radiales

No descubrimos la luna a nadie si afirmamos que las radiales de peaje de acceso a Madrid promovidas por el Ministerio de Fomento entre los años 1999 y 2004 agonizan. Construidas con unos estudios de demanda más que cuestionables, lastradas por unas expropiaciones que pagaron campos de secano a precio de suelo en la misma Puerta de Sol y afectadas por la política de ampliar carriles a diestro y siniestro en las autovías paralelas se han convertido en una auténtica bomba de relojería que antes o después acabará estallando.
La situación actual no puede ser más desalentadora: la R-3, la R-5, la R-4 y la AP-41 se encuentran en quiebra (concurso de acreedores) sumando entre las cuatro cerca de 2.900 millones de euros en deudas. Mientras la R-2 está al borde del abismo con 575 millones en créditos que busca refinanciar a la desesperada. Incluyendo el también quebrado peaje Ocaña-La Roda (prolongación de la R-4 y propiedad de su misma concesionaria) suman un total de 3.900 millones de euros que pueden caer como una losa sobre las maltrechas cuentas de Fomento porque no olvidemos que aqui siempre paga alguien: los ciudadanos.
Como ya explicamos en su día las radiales se construyen por vía concesional, es decir, la administración otorga la construcción, el mantenimiento y la explotación de una infraestructura a una empresa privada por un periodo de tiempo determinado. El riesgo de la concesionaria está controlado ya que tiene unos umbrales (equilibro de concesión) por debajo de los cuales la administración tiene que compensar a la misma: si no pasan coches por el peaje Fomento es quien paga el peaje. Y si la concesión cae, como está pasando actualmente con las radiales, el responsable en extremo, y en consecuencia quien asume la deuda, es la administración concedente, es decir, el Ministerio de Fomento.
Con estos mimbres hay que hacer el cesto. Los prestamos participativos concedidos en condiciones muy preferentes por el Gobierno hace algo más de un año no han conseguido evitar su caída.  A estos créditos, por un importe de 900 millones de euros, se suman 100 millones a fondo perdido que se abonan todos los años en concepto de compensación del equilibrio de la concesión. Y a todo esto tenemos que añadir un actor más: los bancos. A pesar de que Bankia es la entidad más expuesta a las radiales podemos decir que la práctica totalidad del sector bancario español se encuentra de una o otra forma metido en las radiales ya sea por la vía de préstamos concedidos e impagados o porque son accionistas de las empresas concesionarias: Abertis y Cintra.
La solución actual de Fomento, ahogado por las restricciones presupuestarias, es promover una quita de la deuda de las radiales algo a lo que la banca se opone frontalmente por motivos evidentes. Si finalmente esto no se produce la opción B que se baraja en los despachos del Ministerio es que las concesionarias caigan y la concesión revierta en el Estado.
El modelo no es nuevo, la Empresa Nacional de Autopistas, (ENA) privatizada en 2004 por unos míseros 1900 millones de euros, gestionaba media docena de autopistas en diversos puntos de España cuyos ingresos revertían en el estado. Es algo que dicho en frío puede resultar positivo pero nada más lejos de la realidad: El estado construía, mantenía y explotaba la infraestructura y los usuarios la pagaban por partida doble: vía impuestos y vía peaje. Este modelo, pero además lastrado por una deuda de cerca de 4000 millones de euros es el que con una probabilidad mayor se acabe implementando en las radiales. Para acabar de decorar la tarta, para garantizar que el estado recupere las perdidas que supondría asumir las radiales el Ministerio planea convertir también a peaje las autovías convencionales de acceso a Madrid: una nueva empresa, Carreteras de Madrid, gestionaría todo el conjunto en forma de una caja única y sería privatizada (muy probablemente como lo fue la ENA, por un importe irrisorio) en cuanto fuese posible. Negocio redondo para los adjudicatarios ya que controlarían en régimen de monopolio la movilidad de cerca de 6 millones de personas de manera directa y cerca de 18 millones de forma indirecta.

¿Hay otra solución?

Claro que hay otras soluciones. La primera y más evidente es que si socializamos las pérdidas de las concesionarias hemos de socializar también los beneficios de que el estado asuma la duplicación de todas las autovías de acceso a Madrid: apertura de barreras en los peajes. Si, a primera vista puede resultar muy poco sostenible abrir al tráfico estas carreteras pero nada más lejos de la realidad, este aumento de carriles permitiría implementar de manera muy económica carriles Bus-Vao en todos los accesos a Madrid simplemente reduciendo los carriles destinados al tráfico general.
Así mismo al liberar estos peajes los accesos a Madrid convencionales podrían limitar su velocidad a 70 km/h, reduciendo los niveles de contaminación tanto acústica como por partículas ya que por norma general estas carreteras atraviesan zonas densamente pobladas mientras que las radiales discurren por medio de la nada.

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