¡Un año!
¡Cómo pasa el tiempo! Cualquiera diría, y menos yo, que la vida de este blog
iba a ser tan amplia; os confieso que cuando empecé a escribir en esta
bitácora, no confiaba mucho en que se extendiera más allá de un par de meses,
pero sorprendentemente, el blog ha evolucionado y ha servido no sólo para
denunciar lo que a mi juicio consideré y considero un error económico, social y
medioambiental, sino que el tiempo me ha dado la razón.
Y me ha dado
la razón porque durante estos últimos meses, la caída y quiebra de las
autopistas nacidas durante la burbuja inmobiliaria, no sólo ha demostrado lo
que todos los expertos venían pronosticando, sino que además me ha servido como
ejemplo para indicar cual sería la suerte de la Radial 1 (o como la Comunidad
de Madrid y en especial, Esperanza Aguirre, quería nombrar, la RM-1, título de
este blog).
Pero si echamos
la vista atrás podemos ver como la situación del sector de las autopistas de
peaje en este país se ha ido malogrando. Si hace un año empecé denunciando los
problemas económicos, sociales, de tráfico y medioambientales que ocasionaría la construcción de otra radial, a lo largo de los
meses la situación de las demás autopistas de peaje radiales y de otras del estilo lo ha hecho todo.
Y como
puntilla, la sentencia del Tribunal de Justicia de Madrid el pasado mes de
octubre en contra de que fuera la Comunidad de Madrid la que sacara a concurso
esta autopista ha servido más o menos para que, al menos, a algunos nos diera por pensar que el
proyecto se iba a olvidar, aunque de poco nos sirvió, pues parece que al Partido Popular le gusta tropezar con la misma piedra no una ni dos, sino infinitas veces y el proyecto
se ve ahora de nuevo reflejado en la estrategia del gobierno del Partido Popular para las infraestructuras futuras del país.
Pero aún hay
ganas de luchar, de seguir sacando los trapos sucios, de seguir mostrando a los
ciudadanos que una autopista más no servirá para nada salvo para que entre
todos la tengamos que pagar y que unos cuantos se lleven el dinero (políticos,
bancos y grandes empresarios). Y que a nosotros después sólo nos quedará la
chapuza, la deuda y una pérdida de riqueza ambienta.
Pero, aquí sigo,
aquí seguiremos.
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