lunes, 2 de julio de 2012

Ponga una concesionaria en su vida

Es reconfortante saber que la generosidad del dinero público está llegando a quien más lo necesita, es decir, a concesionarias de autopistas, promotoras inmobiliarias o al propio sistema financiero. En un mundo tan equitativo y racional, me llena de orgullo que un país sepa reconocer el esfuerzo que han hecho por nosotros los dueños de las radiales de Madrid o las grandes promotoras y constructoras de este país. Esos kilómetros vacios, largos y silenciosos revelan el futuro de la opulencia, habiendo vías alternativas ruidosas y algo más congestionadas, pero siempre hay que tener una pareja de infraestructuras, aunque no se usen, siendo además, y por encima de todo, lo más relevante el que nuestros coches puedan abrirse paso, sea en una radial o en la M30. La irracionalidad del proyecto en Madrid fue, sin duda, implantar un peaje, caro, a las radiales y la gratuidad a la M50, lo que sin duda choca contra toda lógica económica y de viabilidad del transporte.

Las malas prácticas de constructoras, Banca y Gobiernos regionales han llevado a muchas concesiones de autopistas de peaje a ser rescatadas con dinero público

Esta generosidad, cifrada en unos 3.800 millones de euros, compensará los errores de previsión en los que incurrieron esos sesudos directivos y los correspondientes políticos, y por supuesto que se debe pagar a escote, como manda la doctrina liberal: el beneficio para mí y las pérdidas para todos/as. Adicionalmente, los promotores no tendrán que inscribir las obras que acometan, para que los pobres no tengan que pagar impuestos, ya que se sienten muy tristes tras gastarse todo en orgías. Todo este conjunto de dádivas, seguramente, es muy superior al recorte en pensiones, reducción de salarios, sanidad o educación y pone de manifiesto que los lobbies tienen más poder y requieren más atención que muchos ciudadanos, lo cual señaliza el poder de negociación de unos y otros y desmonta el mito urbano de lo que mueven los sindicatos de clase.  
En el campo que nos ocupa y preocupa, las autopistas de peaje, sorprenden la ligereza con que los actores responsables, precisamente los Gobiernos autonómicos más liberales, Madrid o Murcia, son los que ahora claman al Estado para que se rescate, junto a las Cajas más emblemáticas, a las autopistas de peaje, especialmente las radiales de Madrid. Qué lejos quedan aquellos días en los que se brindaba por el gran negocio que suponía la apertura de aquellos corralitos en los que las constructoras, Cajas de Ahorro y Gobiernos autónomos se repartían la carga de negocio, a instancias principalmente de las grandes constructoras. Estas decidían en cada momento, qué obras necesitaban, el volumen y el reparto de carga, sin importarles si la obra era necesaria o no, y si los números estaban inflados. En el subconsciente colectivo vienen a la memoria políticos de infausto recuerdo, como Álvarez Cascos o el propio Rodrigo Rato, otrora ejemplos de buenas prácticas.

En estos momentos, en los que el Estado está a punto de ser intervenido formalmente, el hecho de que el Estado tenga que hacerse cargo de esta deuda, lo que se denomina el agujero del balance, fundamentalmente los costes de expropiación y la desviación de tráfico, lo que podría agrandar el riesgo país, y provocaría una gran sangría económica y jurídica al Tesoro español.  Estamos, pues ante el enésimo caso de ataque a la equidad y eficiencia de la función pública, y sobre todo ante el vaciamiento de fondos públicos por parte de las grandes empresas constructoras y entidades financieras del país. Frente a este gran poder de negociación, inédito en otros países civilizados, lo que se demuestra es que no hay instrumentos, ni estructuras que defiendan a los ciudadanos de los ataques de estos grandes monopolios que, disfrazados de empresas modelos, se lanzan a conquistar el mundo con los dividendos sociales y económicos que esquilman en España.
La asunción de deuda puede ser la puntilla para el Tesoro español. En esencia, es el sistema financiero, sector clave en el proceso de endeudamiento irracional e irresponsable llevado a cabo, el que también está siendo mimado para que no se estrese y alcance la velocidad de crucero, sin apenas rasguños. A los altos directivos se les mantiene y engorda, para que puedan seguir disfrutando de la sopa boba que consiste en que hagan lo que hagan seguirán disfrutando de sus puestos, con contratos blindados financiados, en parte, por la mayoría de ciudadanos. Esto es lo que se llama Riesgo Moral. 
Resumiendo, la crisis y la restricción presupuestaria la debemos pagar entre todos, para que las grandes empresas puedan seguir manteniendo la cuenta de resultados y hacer feliz a los gestores, accionistas y mercaderes, esto es lo que se aprende en los manuales de las facultades de económicas y empresariales, así como en las Escuelas de Negocio. Así nos va.

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